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Federico Jiménez Losantos

Doña Soraya Sáenz de la Guillotina

¿Puede Soraya intentar la liquidación de Rajoy? Salvo que Rajoy esté de acuerdo en nombrarla candidata para las Generales, por supuesto que sí.

¿Por qué la policía de Montoro, milicia irregular y rigurosamente inédita en la persecución de los Pujol, Urdanga-Borbón y otros defraudadores, debutó este jueves como Inquisición fiscal, relajando al brazo secular (entiéndase, audiovisual, avisado por el propio Gobierno) al presunto defraudador Rato, a quien detuvo sin detener y acogotó sin esposar? ¿Por qué Ayllón, mano derecha de Soraya en las Cortes, avisó a los periodistas a los dos minutos de entrar la policía en casa de Rato del fausto suceso? ¿Y por qué, dos días después, dice Rajoy que esta operación político-mediática de detención y liberación inmediata de su compañero de Gobierno durante ocho años y gran rival por la sucesión de Aznar son "actuaciones normales de la Agencia Tributaria"? ¿Podría citar una operación tan normal como ésta?

No, no podría. Nunca lo que en Podemos llaman "la bofia fiscal del PP" había montado este número. Nunca Montoro había exhibido una policía fiscal "en funciones de policía judicial". ¿Qué significa "en funciones"? ¿Y de qué juez y de qué caso estamos hablando? ¿de Bankia, de Lazard... o de Rato? La humillación pública del símbolo de la economía en la Era Aznar y el descrédito del PP perpetrada por Montoro, diseñada por Soraya y apadrinada por Rajoy sólo tiene un precedente: la detención televisada de Mariano Rubio, Gobernador del Banco de España, ordenada a matacaballo por el Fiscal Jefe de Madrid, Mariano Fernández Bermejo, que lo detuvo un día escaso, porque una semana antes Felipe González había "puesto la mano en el fuego" por él y El Mundo acababa de publicar la prueba de que ocultaba dinero, como Rojo y de la Concha en las cuentas de Ibercorp.

Jueces de guardia y fiscales de asalto

Montoro, es decir, Soraya, es decir, Rajoy se han saltado, como Felipe entonces, la línea de actuación normal en una actuación legal, aunque no, claro, en una operación de imagen política. La prueba de que el fiscal de asalto –entonces y ahora, curioso, el de Madrid y de filiación izquierdista- se han saltado la legalidad es que apenas perpetrada la detentio interrupta ha debido remitir el caso a la Fiscalía Anticorrupción, cuyo jefe Salinas ha movilizado a la prensa progre -ayer se quejaba editorialmente El País de lo que celebraba anteayer- para quejarse del puenteo a que le ha sometido la Fiscal General del Estado, cuyo debut en tareas de oportunidad política nos recuerda al inolvidable sociata Eligio Hernández, "El Pollo del Pinar".

Naturalmente, nada puede complacer más a un fiscal Bermejo, o sea, rojo que procesar al símbolo de la prosperidad de la Era Aznar. Aunque luego deba devolver el caso a su cauce legal, el daño político ya está hecho. Y es de una magnitud inconmensurable. O mejor, mensurable sólo el 24 de Mayo. Todos los candidatos del PP han tenido que suspender la campaña, diseñada con actos de cercanía, proximidad y "puerta a puerta". La horda progre ya ha cercado Génova 13. Y eso que Montoro no ha detenido aún a Cospedal, como hará si pierde las elecciones, por los 200.000 euros de una donación delatada por Bárcenas que ella dice que nunca cobró pero cuyo recibo su jefe de campaña firmó. Ni a algún secretario general del PP por compartir el alijo suizo de Bárcenas.

Perseguir para no ser perseguido

No faltará quien crea que el estreno de la inquisición fiscal en tareas de policía judicial tiene por objeto evitar que Fernández Díaz detenga al propio Montoro por el escándalo –revelado por LD- del doble informe presentado por el ministro en el consejillo ministril, primera copia con membrete de Hacienda para que Soria no rebajara la subvención a la energía solar, favoreciendo a Abengoa, cliente de Equipo Económico (antes Montoro y Asociados); segunda copia con membrete de Abengoa, en la cartera del ministro Soria como arma de persuasión masiva. Y lo fue.

Es normal que los que abusan como perseguidores estén buscando no ser perseguidos: "Para no ser ahorcado / el mayor ladrón de España / se vistió de colorado", decían en Castilla al Valido que se metió cardenal para gozar del fuero eclesiástico. En el caso del PP, del fuero sorayesco, que, con el CNI y El País como armas de descrédito personal y político, cubre o descubre, perdona o mata. De hecho, la decapitación de Ignacio González, aunque menos aparatosa, tenía el mismo fin; dejar campo libre a la Princesa Heredera del PP, Soraya Sáenz de Santamaría. O de la guillotina. La única diferencia es que González era un obstáculo político en Madrid. Rato es un símbolo político a abatir, una prueba de que este Gobierno ya no es del PP. Que Ana Botella no quiera acordarse de cuando la señora de Rato le cogía el dobladillo no sólo prueba cierta miseria moral sino total miopía política: si el método de abatir figuras históricas del PP ensayado con Rato funciona, el penúltimo podría ser José María Aznar. Y el último, por supuesto, Rajoy.

Soraya y Rajoy como Belloch y González

¿Pero puede Soraya intentar la liquidación de Rajoy? Salvo que Rajoy esté de acuerdo en nombrarla candidata para las Generales, por supuesto que sí. También hay antecedentes socialistas. Cuando Belloch era el todopoderoso ministro de Interior y Justicia de González, lo defendía por la mañana de sus responsabilidades en los GAL y por la noche le daba a Pedro Jota (lo ha contado en Amarga Victoria) material para incriminarlo. Belloch estaba convencido de que, si caía González, él podría protegerlo en los tribunales a cambio de heredar el nº 1 de la lista electoral del PSOE en las Generales. Y hoy Soraya está muchísimo más cerca de poder hundir al PP y heredar a Rajoy de lo que nunca estuvo Belloch de procesar y suceder a González.

La reacción de Rajoy ante el linchamiento de Rato –que, filtraciones aparte de la secretísima instrucción del caso, puede quedar en delito fiscal- prueba que –tras la previsible hecatombe de Mayo- pretende que su Gobierno vaya a las Generales –con él u otra candidata- como el de los que persiguieron la corrupción del PP de Aznar. Que el PP de Aznar sea el de Bárcenas, Rato y, por supuesto, Rajoy, no preocupa al homicida político de la Derecha, y menos aún a doña Soraya Sáenz de la Guillotina, cuya gran rival sucesoria y última víctima, si cae en Mayo, debería ser María Dolores de Arma Letal.

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