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El otro día anunció Montoro que con el improvisado y chapucero canon por la utilización del espacio radioeléctrico iba a recaudar Hacienda anualmente 160.000 millones más. Bueno, pues ya puede dejar de felicitarse a sí mismo don Cristóbal porque un lustro de recaudación no será suficiente para pagar esa deuda monstruosa de RTVE que por arte de birlibirloque el Gobierno acaba de endosarnos a todos los ciudadanos. Han metido al Ente en la SEPI y jamalají, jamalajá, nada por aquí, nada por allá, la deuda estaba, pero ya no está. Como el verbo "asumir" tiene unas tragaderas gigantescas, dignas de Gargantúa, la SEPI "asume" la deuda de RTVE y, hala, a empezar otra vez a perder dinero. Más competencia desleal contra las televisiones comerciales, más competencia desleal contra las radios privadas que no pueden anunciarse gratis en TVE, más despilfarro y más de lo mismo. Ayer no pagaba nadie y hoy tampoco, pero paga la SEPI, o sea, España, que para eso está.

De todas las promesas que hizo Aznar en la Oposición sobre la radio y la televisión pública, que no fueron pocas, no ha cumplido ni una. Si los telediarios no son más oficialistas y manipuladores que los del PSOE es porque el Gobierno no lo necesita, pero nada lo impide. Ni siquiera la oposición, que fuera de los negocios de Polanco no sabe bien qué defender. La llamada "telebasura" tiene en el Pirulí un contenedor de tamaño idéntico al de Tele 5 o Antena 3. Como se trata de competir en audiencia, todo vale en la llamada televisión pública, que de pública no tiene más que el déficit. Aceptemos que la deuda histórica de RTVE fuera impagable. Bien: ya se ha pagado por el cómodo sistema de endosársela a la SEPI, vulgo Hacienda. ¿Por qué no aprovechar este momentáneo receso deficitario para privatizar una cadena, la Uno o la Dos, tando nos da, y convertir la otra en una verdadera televisión pública, no comercial, dedicada a llenar las lagunas informativas y culturales de ese espacio radioléctrico convertido en sumidero impositivo?

No se puede predicar la liberalización y la competencia en todos los sectores, incluído el de las telecomunicaciones, mientras se mantiene cautivo y al margen de toda liberalización y de cualquier competencia nada menos que el mercado de la televisión comercial. No se puede hilar fino en la posible fusión de Endesa e Iberdrola mientras la inmensa deuda de RTVE se cancela de golpe para empezar otra vez a endeudarse alegremente, faltaría más. Si en España hubiera un Tribunal de Defensa de la Competencia, no de nombre sino de verdad, RTVE se vendería para pagar lo que debe y para respetar a las cadenas de radio y televisión que no reciben ayuda del Estado y además pagan impuestos. Los comunistas españoles decían en el exilio moscovita que ellos eran "liberales de cintura para arriba". Bueno, pues de este Gobierno, lo menos liberal es el Pirulí.

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