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En el recital de medias verdades, mentiras completas, tergiversaciones absolutas e hipocresías oceánicas que una vez más fue su discurso ayer ante las bases de su facción, algo cierto dijo o se le escapó a Xavier Arzallus: “si Aznar cumple la ley cuando quiere” (...) “llegará un momento determinado en el que nosotros tendremos que cumplir la ley cuando nos interese y no cuando no nos interese, y a ver qué pasa”. En ese “a ver qué pasa” se resume no sólo la estrategia futura sino la pasada y presente de todos los nacionalismos antiespañoles desde 1977.

Las diversas máscaras legales de la “ETA sin capucha”, el PNV en sus distintas escisiones y manifestaciones, Convergencia con Unió o sin ella, el BNG y todos los partidos que aspiran a destruir la integridad nacional han vulnerado siempre el espíritu y casi siempre la letra de la Constitución y de todos los Estatutos de Autonomía basados en ella. Desde la lengua y la educación hasta la toponimia y el Derecho, desde el Código Civil al Penal pasando por el Comercial, siempre han probado “a ver qué pasa”, es decir, a comprobar la reacción del Gobierno español y/o de los altos tribunales Supremo y Constitucional, donde la infame alianza de izquierdistas y nacionalistas tantos revolcones ha propinado a la nación española y tantas alegrías a sus enemigos. Esas resoluciones injustas, dictadas por el sectarismo o por el miedo, pero obligatoriamente acatadas y cumplidas, son la mejor prueba de que Aznar ha tenido que “cumplir la ley” aunque le repugnara. Como antes UCD y el PSOE. La última vez en que el Gobierno debió cumplirla reprimiendo las náuseas fue cuando el Constitucional, pasando por encima del Supremo, del patriotismo y del sentido común, rectificó una sentencia y puso en libertad a los cabecillas de HB. Y Aznar tuvo que cumplir la ley. Precisamente lo que ni hacen ni piensan hacer los separatistas del PNV.

Los separatistas juegan siempre “a ver qué pasa” porque casi siempre “pasa algo” que les favorece. Cuando no es una transferencia es una sentencia, pero en los pulsos casi siempre ganan por incomparecencia del adversario. Sin embargo, ahora ya han llegado al borde del abismo. No dejan al Gobierno y a la legalidad española otro camino que aceptar la secesión del País Vasco, la anexión por la fuerza de Navarra, la agresión en marcha contra Francia y la guerra civil que estallaría de inmediato o...

O no pasar ni una más. Y en cuanto lo vean, recularán. Es lo suyo cuando las fanfarronadas no salen gratis. Esperemos que a partir de ahora eso pase siempre.

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