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Es políticamente penoso e intelectualmente patético el deambular de Zapatero por las fincas de sus "barones" autonómicos predicando al mismo tiempo la rebelión y el consenso, la guerra y la paz, el colectivismo y la modernización, el federalismo asimétrico y la vertebración de España. Al político leonés sólo le falta ya propugnar el agua sólida, el círculo cuadrado y el déficit con superávit. Lo hará en cuanto se le ocurra a Ibarra otra de su hazañas de saqueo fiscal o en cuanto González le telegrafíe a Chaves alguna orden de sabotaje al Gobierno de Madrid.

Zapatero ha llegado a un punto de indiferencia ideológica en que le da lo mismo Juana que su hermana. Es capaz de aplaudir el impuesto contra los depósitos de ahorro para Extremadura y de negarse a propugnarlo para el resto de España. Y ahora sale diciendo que está dispuesto a un nuevo consenso con el PP en materia de financiación autonómica pero que a Andalucía, Extremadura y La Mancha debe dárseles "lo que se les quitó". ¿Cómo se le va a quitar a quien sólo se le da? En todo caso se les habrá dado más o menos, pero quitar, lo que se dice quitar, no se les ha quitado nada. Si las comunidades gobernadas por los socialistas, después de veinte años recibiendo transferencias netas del resto de España y de la Unión Europea, siguen a la cola del desarrollo español no es por que se les "quite" nada, ni porque se les de poco. Eso puede ayudar más o menos, pero el problema esencial es que con un gobierno socialista no hay sociedad que despegue. Y Andalucía, Extremadura y La Mancha son sólo tres pruebas más.

Un libro de Enrique de Diego y Bernaldo de Quirós publicado a comienzos de los ochenta se titulaba "El socialismo es el problema". Y esa es exactamente la cuestión. El PSOE puede denunciar las injusticias nacionales o sociales, los problemas sin resolver de la sociedad española, apuntar soluciones a los asuntos más graves o gravísimos, pero entre todos nuestros problemas, el del socialismo, o sea, el PSOE, es de los peores. Jordi Sevilla ya dijo el viernes a propósito de este nuevo plan de financiación autonómica del PP dos cosas contradictorias: que llegaba tarde y que imitaba al plan del PSOE. Una de dos: o lo imita y les tiene que parecer bueno, o muy malo tenía que ser un plan que caduca sin haberse puesto en marcha. Pero ¿quién busca ya coherencia y lógica en un político socialista? El socialismo es un problema para la economía, para la política y además para la lógica. Sobre pobreza, produce dolores de cabeza. Y para las migrañas y cefaleas políticas que su partido genera en la sociedad española, Zapatero es ya sólo Calmante Desvitaminado.

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