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Si hay un dirigente de la Derecha española que merece lo que le ha pasado a Gallardón en la Universidad ése es, precisamente, Gallardón. Nadie como él se ha humillado ante las izquierdas, nadie les ha entregado tanto poder, nadie se ha mostrado más genuflexo ante Polanco, nadie ha regalado tanto dinero a la maquinaria de legitimación de la progresía como el nieto de El Tebib el Arrumi, brillante cronista de Franco en África. Pero si Gallardón merece todas las fechorías y desplantes que le haga la izquierda, el PP no puede ni debe tolerar agresiones como la sufrida por Gallardón. Aunque a éste le jaleen algunos medios por haber puesto a mal tiempo buena cara, el precedente es nefasto y, dadas las costumbres de la nueva izquierda, hay que cortarlo de raíz. La derecha no tiene por qué acostumbrarse a ser linchada en público sin defenderse. Si la Izquierda juega a Batasuna, hay que utilizar la legislación vigente sin paliativos contra estos alevines madrileños de la "kale borroka".

Para ello es preciso que la Derecha crea que tiene tanto derecho o más que la Izquierda para defender sus puntos de vista, y debe montar el gran escándalo contra las organizaciones políticas, empezando por el PSOE e Izquierda Unida, que promuevan estos boicots. Sobre todo, es preciso que se les dé a los actos de estos despotillas la importancia que tienen para que los despotillas no degeneren en déspotas, provocando comportamientos tan cobardes y abominables como el del rector Tugores en la Universidad Central de Barcelona. Y puesto que la Izquierda cree muy poco en la democracia y no la respeta cuando no le sirve, la Derecha debe demostrar que sabe emplear la libertad y defenderse. Por eso, Gallardón debe denunciar ante los tribunales de justicia a los que le impidieron hablar, porque el derecho vulnerado no es suyo particular, sino del conjunto de los ciudadanos. Y porque aunque él se merezca estos sofiones de la Izquierda, la gente normal de la Derecha, amedrentada e indefensa ante tanta verbena pseudopacifista, no se lo merece. Menos sonrisitas de circunstancias, y a denunciar.

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