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Federico Jiménez Losantos

Hay que tener la cara muy dura

Efectivamente, como ha dicho Blas Calzada, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, aquí en España no sería posible un caso de “enronitis” como en los USA. Para que en cualquier país se produzca un escándalo semejante hacen falta dos cosas: que se descubra y que se persiga. Y aquí, por mucho que se descubra, no se persigue en serio jamás. Y encima se dice que no pasa nada, que el sistema financiero goza de absoluta solvencia y envidiable salud moral. Aquí no hay “enronitis”, claro que no, pero porque tampoco hay “banestitis”, ni “gescarteritis” , ni “bebeuvitis”, ni “sogecablitis”, ni “avanzitis”. Aquí, hasta se alaba a Arthur Andersen, auditora por la que Blas Calzada consideró oportuno romper una lanza. Eso tampoco pasaría en Nueva York. Atrasos de aquella pobre civilización.

Lo malo de las declaraciones de don Blas Calzada, alias Pangloss, no es que se empeñe en vivir en el mejor de los mundos posibles, sino que pretende persuadirnos a todos de que lo habitamos, aunque para ello debamos prescindir de la vista, del oído, del olfato y de la memoria. Hay que ser ciegos, sordos, mudos y víctimas del Alzheimer para no constatar que aquí se han producido esos escándalos y aún peores, naturalmente a la escala de nuestra economía. Pero que como lo prueba el caso Gescartera, por el que Calzada Pangloss ha llegado al puesto que ocupa, no hay voluntad en el poder político, ni en el regulador, ni en los encargados de vigilar las buenas costumbres financieras perseguir el delito y escarmentar al delincuente. El propio gobernador del Banco de España advirtió la semana pasada sobre los peligros materiales y morales de nuestro sistema financiero, ni tan distante ni tan distinto del norteamericano, pero don Blas, que debería ser el arcángel con la espada flamígera, prefiere la política de la siesta y del dolce fare niente. Pero hace falta tener mucha cara dura para elevar la incompetencia a teoría y la indiferencia a doctrina moral.

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