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Para una semana después del Pilar ha convocado Ibarreche, súbitamente afectado por el asesinato del fiscal Portero, una macromegamanifestación contra el terrorismo etarra. Esta sorprendente iniciativa del todavía Presidente del Gobierno Vasco confirma los temores que surgieron entre los observadores políticos y buena parte de la opinión pública al contemplar su estado verbal, mental y anímico durante las dos mociones de censura consecutivas que soportó en el Parlamento Vasco, donde carece de mayoría para hacer aprobar una sola ley.


La propuesta de Ibarreche no es mala en sí, aunque puede resultar macabra si en el largo espacio de tiempo que se ha dado a sí mismo para salir a la calle, suponemos que con paraguas, se producen otros crímenes de sus socios en el Pacto de Estella. En otro tiempo habríamos supuesto que Ibarreche tenía seguridades de quienes pueden darlas que no habría crímenes, por lo menos, hasta el 17. Ahora, mucho nos tememos que los compatriotas que lo han dejado sin escaños en los que apoyarse puedan dejarle en ridículo y con la manifestación a cuestas.


Es más, cabe temer que Arzallus u otro líder de su partido -no como él, sino líderes de verdad, o sea, sólo Arzallus- pueda considerar esta convocatoria como una provocación a la banda etarra, para que demuestre con bastantes días de por medio lo que es capaz de hacer, o sea, de matar. En otras ocasiones han manifestado los jerarcas peneuvistas que todo alarde de defensa de la Ley, sea moral o de papel, puede resultar y de hecho resulta inconveniente para la causa de la verdadera paz, que no es necesariamente la de los cementerios aunque también en los cementerios reine una envidiable paz. Pero es posible que no hayamos entendido bien, por los problemas habituales de traducción simultánea, al todavía lehendakari y su propuesta de megamacromanifestación contra el terrorismo sea para dentro de unos días ...pero del año que viene. Si es así, el comentario también puede esperar.

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