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Federico Jiménez Losantos

Imágenes de la "normalidad" de Cataluña según Rajoy

Ninguna imagen muestra más claramente el carácter criminófilo y criminógeno de la política separatista catalana que esos muñecos colgados de un puente.

Ninguna imagen muestra más claramente el carácter criminófilo y criminógeno de la política separatista catalana que esos muñecos colgados de un puente.
Imagen de los muñecos ahorcados simulando a votantes del PP, Cs y PSC. | Dolça Catalunya

En los tres últimos días, como aperitivo de lo que puede ser el caso más clamoroso de prevaricación de la Justicia española desde el 11M, los catalanes en particular y los españoles en general hemos asistido a diversos alardes de violencia política que ni siquiera tienen la excusa de la campaña electoral, que oficialmente empieza mañana alfombrada por el temible –que no temido- juez Llarena. Ninguna imagen muestra más claramente el carácter criminófilo y criminógeno de la política separatista catalana que esos muñecos colgados de un puente con los carteles que los identifican como votantes de Ciudadanos, PP y PSC, imitando los cuerpos decapitados que los narcos mexicanos cuelgan de los puentes como aviso a las bandas enemigas y al pueblo en general de que pueden matar a los que quieran y hacer con sus cuerpos como les dé la gana.

Nula reacción nacionalista contra "su" barbarie

En México, pueblo que tradicionalmente rendía culto piadoso y hasta de buen humor a sus "muertitos", el salvajismo exhibicionista de los narcos prueba su total desprecio por la nación y sus tradiciones más acendradas. Y que esa nación y ese Estado sean incapaces de combatirlo prueba también hasta qué punto el crimen ha envilecido y corrompido a toda la República.

En Cataluña no ha habido un movimiento de indignación general contra quienes alardean públicamente de su afán genocida –porque esa imagen de los muñecos colgando boca abajo de los puentes, muestra la voluntad de asesinar españoles por el hecho de serlo o de ejercer como tales mediante el pacífico derecho al voto- y exigiendo a la policía matamoros o a la nacional tragabilis la captura inmediata de esos canallas. La asunción sin fingir siquiera escándalo por parte del sector nacionalista de esa imagen en otro tiempo inaceptable por la buena imagen que el catalanismo tenía de sí mismo, prueba que la reacción democrática de defensa del adversario político como semejante y no como enemigo mortal, está ya descartada. O lo que es lo mismo: que la masa tele amaestrada por los medios separatistas está ya más allá del nivel del hincha futbolero: en el de la mara y el terror.

Otegui, modelo político catalán

No es casualidad que Otegui fuera el personaje más reclamado en la última Diada para los selfis de la chiquillería separatista. Eso es porque la voluntad criminal antiespañola se ha instalado en lo más hondo del magín rebañego del nacionalismo. Esa foto es el primer paso de identificación con lo que en el País Vasco se llamó kale borroka y luego, en eufemismo políticamente correcto "terrorismo de baja intensidad". En realidad, la mayor o menor intensidad obedecía a la capacidad o conveniencia de la ETA en cada momento. Nunca a la espontaneidad. Los jarraitxus de hoy eran los etarras de mañana. Era un terrorismo por relevos, con un alimento común: el odio feroz a lo español y la despersonalización de las víctimas. ¿Hay algo que lo refleje mejor que los muñecos cabeza abajo en el puente?

El terrorismo se activa siempre a partir de dos circunstancias básicas: que la mayoría social se niegue por las buenas a seguir el dictado de una minoría fanatizada y que las fuerzas del Estado -Policía, Justicia y Ejército- que deben hacer frente al terrorista sean o parezcan suficientemente débiles a los jóvenes fanáticos que están en trance de radicalización terrorista. Las dos circunstancias se dan en Cataluña: los separatistas no han conseguido arrastrar a la mayoría a posiciones de ruptura con España, más bien todo lo contrario, y el Estado es objeto de mofa y befa sin que se defienda nunca.

Un ministro braseado en TV3

La fuente de burla continua y humillación impune de todo lo español es TV3, cuya intervención estaba prevista por el propio Rajoy y se canceló por la presión del PSOE, es decir, del PSC y su candidato el nacionalista Iceta, que quiere heredar el pujolismo con sus dos herramientas principales de adoctrinamiento antiespañol: los medios de comunicación y las escuelas. Y una criatura de TV3 uno de esos terroristas del humor típicos de la cadena, el mismo que simuló disparar en el campo, como cualquier etarra con su pistola y todo, contra el Rey y un periodista, ha alardeado ahora de afán caníbal y con receta para comerse la papada del ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

La respuesta del ministro ha sido de mantequilla, muy adecuada para el guiso: "no ofende quien quiere sino quien puede". Pero está claro que estos titiriteros del amedrentamiento no sólo quieren sino que pueden y les sale absolutamente gratis. Si esto no es una muestra evidente de impotencia policial e incitación a la violencia impune, no sé qué lo será.

Atacan un piso por tener una bandera española

Un tercer alarde de terrorismo separatista ha sido el de incendiar una casa en Balsareny que tenía una bandera española en el balcón. Al parecer, los terroristas buscaban quemar la bandera a toda costa. Rajoy ha escrito un tuit tras hablar con la dueña de la casa, cuya puerta se quemó con ellos dentro.

El candidato a la Presidencia de la Generalidad por el Partido Popular, Xavier García Albiol ha escrito otro tuit, mucho más explícito:

La responsabilidad de Rajoy

Cabe preguntarse si Mariano Rajoy es consciente de hasta qué punto él será responsable de todos los casos similares que, con toda probabilidad, se producirán en pueblos como Balsareny, en esa Cataluña fuera de la Ley en los próximos meses o años. Pero él ha tenido la oportunidad y tenía el deber de desmontar, con la ley en la mano, toda esa estructura golpista, xenófoba y con claras tendencias genocidas que el separatismo ha armado en las últimas décadas, en especial los últimos cinco años, todos ellos con el PP en el Poder. Desde las madrasas escolares a las jazziras televisivas que han abocado al fundamentalismo a dos generaciones enteras.

Al renunciar a la intervención, cierre y persecución de todas esas instancias, organizaciones y bandas golpistas, Rajoy ha renunciado a defender a esas personas que viven un infierno bajo el separatismo. Él y su partido cómplice, el PSOE, son los máximos responsables de que dentro de dos semanas estemos mucho peor que hace dos meses, cuando el Golpe de Estado obligó al Estado a actuar. El Gobierno prefirió esconderse tras la oposición como antes tras los jueces para no afrontar el ejercicio legítimo de la violencia para aniquilar el acto más violento que cabe ejercer desde una instancia del estado, que es atacar al Estado mismo. Han preferido una convocatoria irresponsable de elecciones, en las que se someterá a todos los españoles a la humillación de ver como candidatos a los jefes del Golpe, antes que encarcelarlos, juzgarlos y condenarlos a todos y no llamar a las urnas hasta disolver toda la estructura política y mediática del Golpe.

En manos del juez Llarena

Atención a esas tres imágenes de los últimos tres días. El titiritero de TV3 exhibiendo sus ganas de comerse a un ministro; los muñecos colgando boca abajo del puente, en representación de los votantes de los tres partidos españoles; y la casa quemada en Balsareny por tener una bandera española en el balcón son, simplemente, la "normalidad" a la que, según Rajoy, está a punto de volver Cataluña. Es la normalidad del terror que ni los gobiernos del PSOE ni el PP han querido nunca abordar y, menos, resolver. Si el juez Llarena hace mañana lo que tememos, ojalá lo manden un año a Balsareny.

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