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Federico Jiménez Losantos

La "Izquierda Fáctica" se impone en el PSOE

El polanquismo no es el único “poder fáctico” al que se ha sometido Zapatero. Hay incluso prueba documental de que la ruptura formal -y la ruptura de las formas- con el PP en el Pacto sobre la Justicia ha venido impuesta por “Jueces para la Democracia”, el famoso grupo, secta o lobby de togas y puñetas progres cuya escasa implantación profesional contrasta con el enorme poder que el PSOE le ha conferido desde los tiempos del infausto Ledesma a través de las cuotas partidistas en el CGPJ y los altos tribunales, sin preocuparse de otro “reconocido prestigio” que su obediencia al clan.

Los efectos son devastadores. La sumisión del nuevo Secretario General del PSOE a la fobia antiaznarista de González y Polanco le condujo a la defenestración de Redondo Terreros y, por la vía de la inhibición frente al nacionalismo, a la liquidación de su proclamada idea de España, hasta el punto de que Zapatero, en Cataluña y fuera de ella, parece un telonero de Maragall y no precisamente por decisión propia, como sucede en el caso de Aznar. Pero si la debilidad de Zapatero y la tremenda fortaleza del imperio prisaico, en cuyas filas y nóminas milita “Rencor” González, explican, aunque no justifiquen, la rendición del político leonés, esta súbita ruptura del Pacto por la Justicia es realmente ininteligible. Sólo una mengua absoluta del poder central del PSOE (lo llaman federal, pero antes era en broma) y un ensoberbecimiento inaudito de los “poderes fácticos” dentro de la izquierda pueden llevar a semejante despropósito.

Los que defendimos por activa y por pasiva que el Pacto por la Justicia era un desastre no deberíamos sino regocijarnos con su ruptura. Pero sólo si la causa fuera la regeneración de las instituciones democráticas y el levantamiento de la hipoteca del PSOE sobre la Justicia desde mediados de los ochenta, nunca las concesiones a una de las ramas más sectarias y peligrosas del árbol izquierdoso, que es tirando a alcornoque. Parece imposible que la ruptura de ese Pacto le proporcione un solo voto al PSOE entre esos sectores de derecha liberal que trata de ganarse con nuevas y razonables propuestas económicas, pero hasta López Aguilar, que tantas fotos se ha hecho con Michavila a propósito del pacto dichoso, ataca ese artilugio de consenso que, a estas alturas, ya no sabemos si está caducado, pegado con cola, taxidermizado o simplemente hecho pedazos. Parece esto último, seguramente por reflejo del propio liderazgo en el PSOE, que nunca ha aparecido tan agrietado y a merced de las taifas mediáticas, territoriales e incluso profesionales. Cuando lo fáctico manda sobre los hechos, se pierde el sentido de la realidad y acaba por perderse cualquier expectativa de poder. En eso anda Zapatero.

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