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Federico Jiménez Losantos

La última ocurrencia de Zapatero

Azaña, que le tenía mucha manía a Ortega, decía del filósofo madrileño: “no tiene ideas; enhebra ocurrencias”. Pues bien, las ideas que hasta hace pocos meses tenía Zapatero (sobre España y sobre los impuestos, por ejemplo, muy cercanas a las del PP) las ha tirado por la borda del yate de PRISA; y las ocurrencias que últimamente enhebra en público, para pasmo del auditorio, no pueden ser más chuscas y disparatadas. Originalidad no se le puede negar a la última: que el Gobierno debata en TVE sobre el precio de la vivienda “con un joven” que no la tenga. Si Zapatero está pensando en que Leire Pajín vuelva a destrozar dialécticamente a Alvarez Cascos, al menos se mantendría en el terreno de la representatividad parlamentaria, pero eso sería demasiado cruel con su compañerita, porque la última vez que entró a por uvas con ese toro quedó para el arrastre, y además quitaría toda novedad a su propuesta. Suponemos que Zapatero quiere que el ministro de Fomento se encierre con un joven o jóvena “okupa”. Y tampoco puede ser Ramoncín, porque probablemente tiene mejor chalé que Cascos.

Llegados a ese punto, lo democrático sería que se eligiera al joven por sorteo entre los que han pedido una vivienda de protección oficial o, mejor aún, acaban de entrar en el censo electoral. Pero eso tiene una contraindicación para Zapatero: de cada tres nuevos electores, dos votan al PP y uno al PSOE. Cascos podría terminar el debate abrazado al joven y cantando el “Asturias, patria querida” mientras ambos hacen la “V” de la victoria. Tampoco puede descartarse que si el joven que le toca al ministro de Fomento es votante del PSOE, Cascos lo pulverice ante las cámaras. Y no sería aconsejable para los intereses de la Oposición que se eligiera a un “joven modelo” de los de “Operación Triunfo” que tanto gustan a los jóvenes españoles: a Rosa, a Bisbal o a Bustamante el del andamio. Además de que reivindicarían lo bien que se vive en casa de los padres, podría acabar amicísimos de Cascos y pasar de inmediato a debatir con Montoro cómo se bajan los impuestos, que a estas alturas debe de ser su principal preocupación.

En fin, mejor que vaya Zapatero a quejarse de que la casa de Ferraz no es suya. Eso sí que es un problema de verdad, aunque el Gobierno no sea el que lo puede resolver.

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