Menú

Como alarde, no está nada mal. Como prueba de fuerza, tampoco. Y no digamos como aviso a gobernantes, sean éstos entrantes o salientes, de izquierdas o de derechas, mejicanos, españoles e iberoamericanos en general. Nunca Don Jesús apareció con tan Gran Poder. Nunca Felipe González figuró de modo tan ostensible en el séquito de Santillana, si bien en el bautizo del niños del cantaor Rancapino ya se fotografió con su anfitrión y benefactor mexicano Carlos Slim, multimillonario por la gracia del PRI. Pero con ser importante la nómina de literatos hispanoamericanos -todos de "El País" o Alfaguara- y de políticos retirados -algunos de ellos empleados o propagandistas de lujo del Grupo Santillana-, lo que más debería llamar la atención es la corte de españoles que acompañan a este emperador de todas las influencias, a este poder fáctico entre los poderes fácticos. Lo tremendo de Polanco no es lo que manda en América, sino lo que sigue mandando en España.

Además de renovar el séquito de empresarios españoles de bolsillo -Rodés, March, Arango- con la pasmosa incorporación de Ana Patricia Botín, que alguna vez alguien nos explicará, sobresale en la feria polanquista el florilegio de potentados de la comunicación -Cisneros, Santo Domingo, Pinto Balsemao, Emilio Azcárraga Jean y, para ganarse aún más al Gobierno de Aznar, Alejandro Echevarría- amén del embajador oficioso de Fidel Castro, el siniestro papagayo Gabriel García Marquez. Pero, sobre todo, lo que vale es el conjunto, el grupo de poder, esta masonería actualizada -no olvidemos nunca esa condición esencial del PRI- que Polanco ha puesto en escena ante Vicente Fox tras la calamitosa Cumbre Iberoamericana. Si se privatiza, Polanco se la quedará. Y si no, ahí queda este Foro Iberoamérica, esta Trilateral Hispana que para no perdernos en generalidades debería llamarse Unilateral de Polanco.

"El País" disimuló ayer la noticia en una columnita de página par, pero nos consta que el Gobierno se ha enterado. Rodrigo Rato se ha fotografiado muy sonriente con la señora de Polanco, Doña Mari Luz. Por un momento temimos que se hubiera quedado sola y desprotegida. Nos consuela tanta solicitud y le auguramos a Rato mucho éxito. Por lo menos en México.

En Opinión