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FOTO: EFEPocas fotografías tan grotescas y, por ello mismo, tan reveladoras del extremo de descerebramiento involuntario o de voluntaria complicidad con el totalitarismo al que ha llegado el gremio titiritero en España como la protagonizada en la contraportada de El País por un nutrido grupo de mujeres artistas, famosas por sus trinos, sus trenos o sus actuaciones. Aparecen todas ataviadas con el pañuelito palestino a modo de mantón, que es, por cierto, el uniforme habitual de todos los encapuchados de la “kale borroka” y de la guerrilla urbana antiglobalización, esa en la que cualquier imbécil se cree con derecho a romper escaparates o la cabeza del prójimo, sea transeúnte o policía. Y todas rodean a Arafat, que por visto es para ellas un ídolo, un admirable símbolo político.
 
La foto se publica el mismo día en que hemos conocido que sólo por la actuación de la Guardia Civil se ha evitado una masacre terrorista en Madrid, de esa misma ETA que durante años se entrenó con los terroristas de Arafat en el valle libanés de la Bekaa. No sabemos si ese pequeño dato lo conocían las visitadoras de Arafat o es una gota más en el océano de su vastísima ignorancia. Pero se puede ser ignorante y malvado. Cernuda lo dijo en unas frases desabridas pero certeras: “lo cretino en ti / no excluye lo ruin”. Pero, por supuesto, no se refería a las artistas españolas de estos comienzos del siglo XXI, que no son ni una cosa ni la otra. Ni tampoco la de más allá.
 
Por no ser, por no tener, por carecer, estas artistas arafatianas ni siquiera se han enterado por la prensa española de las últimas investigaciones sobre la corrupción de Arafat y su entorno en general y de su señora en particular, que gasta los millones de euros de ayuda internacional para el sufrido pueblo palestino en vivir como una reina en París. No parecen haberse enterado tampoco de que Arafat no ha sido otra cosa en la vida que un terrorista, cuyas víctimas se cuentan por millares, que se ha negado siempre a las más generosas ofertas de paz de Israel como la de Ehud Barak en Camp David, y que tiene en los llamados Mártires del al-Aksa su propia escuadra de suicidas criminales para mantener esa Intifada con la que respondió al ya citado plan de paz. Tampoco han reparado estas valerosas viajeras en la sumisión de la mujer en el mundo musulmán, sin duda inferior a la que padecen ellas en los Goya y sus homólogas en los Oscar. De otra forma, protestarían. Como contra la guerra de Irak, aunque no tanto contra la ETA y, mucho menos, contra Arafat. Ahora, a por la foto con Fidel Castro. ¡Ánimo, valientes!
 

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