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El Partido Popular se está quedando solo en la lucha contra el terrorismo. Este es el hecho esencial de la política española del que nadie, ni siquiera el propio partido del Gobierno, quiere darse por enterado ni sacar consecuencias. Y esa empieza a ser su más grave responsabilidad porque, hasta ahora, su aislamiento no ha sido culpa suya sino el resultado de la clamorosa deserción del campo constitucional de un PSOE –el felipista de González y Polanco, al que se ha rendido Zapatero– dispuesto a imitar a Arzallus en su peor política: recoger las “nueces” del árbol de España sacudido por el terrorismo etarra. Las “nueces” de Arzallus están claras: la independencia del País Vasco mediante referéndum y la anexión de Navarra, siempre de la mano de ETA-Batasuna y con los apoyos y compañía que pueda reclutar. ¿Pero cuáles son las “nueces” del PSOE?

También están ya muy claras: el desgaste y desalojo de la Moncloa del PP de Aznar. Para ello, González y Polanco –la cabeza política y la fuerza mediática de esta operación– están dispuestos a la desestabilización institucional de España, a la liquidación de la Constitución de 1978 y a la apertura de un proceso de fragmentación del Estado tan brumoso e inconcreto que su mayor definición es el “federalismo asimétrico” de Maragall. En realidad, lo asimétrico es la desproporción entre los fines de González y Polanco (“con que no mande Aznar yo me doy por satisfecho”, ha dicho el emperador de PRISA) y los medios que están utilizando para conseguirlos. Nada menos que el jaque mate al Estado-Nación más antiguo de Europa, al país en el que uno ha sido Presidente del Gobierno trece años y otro es, desde hace prácticamente el mismo tiempo, el empresario más poderoso e influyente. Asimétrico, sí. Y terrorífico.

Conviene dejar claro que ese fin no tiene nada que ver con el triunfo del PSOE sino que supone y precisa su liquidación como partido nacional. El infinito rencor de González y la inmensa capacidad de destrucción de Polanco se han demostrado en el asesinato político de Nicolás Redondo Terreros. Inmediatamente después se ha puesto en marcha la estrategia anunciada descaradamente por Cebrián en “El País” al día siguiente de las elecciones vascas. A la manifestación de Bilbao por el atentado a Madina, que más que contra ETA parecía dirigida contra el “patriotismo constitucional” del PP; y a la farsa de Ibarretxe reuniendo a los partidos vascos para fingir interés por los concejales no nacionalistas cuando ya había pactado previamente el guión del apaño con Vellido Jáuregui se une ahora la obscena pretensión de Elkarri de ocupar los lugares que el terrorismo deje vacíos en las listas del PP y del PSOE. Pero hay una diferencia esencial: en el PP puede haber huecos; en el PSE-EE el vacío o, mejor, el vaciado político del partido por su dirección madrileña es anterior a las elecciones y casi da igual que vaya en las listas gente del PSE como de Elkarri, ya que ambos deberán obedecer al PNV. Estas son las “nueces” del PSOE: sueldos, cargos y el aislamiento del PP. ¡Pobre árbol español!

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