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Federico Jiménez Losantos

Lassalle o el sorayismo que viene

José María Lassalle está llamado a mandar mucho en esta sorayesca y desnortada España.

José María Lassalle está llamado a mandar mucho en esta sorayesca y desnortada España.
José María Lassalle y Soraya Sáenz de Santamaría | EFE/Moncloa

No sé a qué partido de los tres que empatan en intención de voto –según El País- se le va a hacer la campaña más larga. Hasta ahora, eso le ha pasado, sobre todo, a Ciudadanos. La excesiva exposición de Rivera a los medios no le da tiempo para leer a Kant, y la soberbia de la focomaquia no le permite confesar que no lo ha leído. ¿Pero cuántos electores lo han hecho? Ni Pablo Iglesias, que, por presumir, le reedita los títulos. Así que, para evitar percances, Rajoy ha decidido no participar en el debate de los que pueden ser Presidentes y, como decía ayer Javier Somalo, enviar a una que no puede serlo. ¿O sí? ¡Qué más da! Pablo Iglesias le canta a la Campos nanas de viejo progre racista –hoy no se le llama negrito a nadie impunemente- y todavía veremos a Mariano y a Snchz con delantalito del Rastrillo repartiendo cenas en los comedores de Cáritas. ¡Es Navidad!

Siempre que no cueste, claro. En una encuesta tan atroz que será cierta, el 80% de los españoles piensa que nuestro país puede sufrir un atentado islamista como el de Francia; pero el 54% se opone a la participación de España en la guerra contra Estado Islámico. La razón de esa sinrazón –nos van a matar, no hagamos nada- siguen explicándonosla los periodistas de guardia –los del 13M- con la trola de que el 11M fue por la Guerra de Irak, a la que, entonces y como ahora quiere la mayoría, no enviamos soldados.

Para que no te maten, hazte el muerto

Pero ni el 11M tuvo que ver con la II Guerra de Irak, ni desde entonces vivimos otra cosa que la matraca progre de que la única forma de que no te maten es hacerte el muerto. Como si los asesinos fueran tontos. Y encima, el 20D hay elecciones como las del 14M. ¿Cómo podrán los candidatos sacar pecho y bajar la cabeza, ser lo que quieren que sean y hacer lo que se espera que hagan? ¿Cómo ser cobardón y valentón?

Pues echándole palabrería y mucha cara. Como en el peronismo. Como la piafante Soraya o como el fatuo Lasalle, a cuyo lado Rivera es humilde e Iglesias moderado. El secretario de Estado de Cultura representa algo más allá del Poder y de la Oposición, un discurso político por encima de los partidos y que está en el ambiente más que en las listas electorales, aunque flote en todas. Es lo "políticamente correcto": una podredumbre intelectual aderezada de citas para aliviar el hedor, una amoralidad limpita disfrazada de eficacia, palabrería que los lerdos tomarán por elocuencia.

Lasalle se ha mostrado en estos últimos días como el modelo perfecto de sacamuelas con título que ya tiene acomodo en el parlamento y ocupará lugar preferente en el sorayismo si manda y en el Poder aunque no se llame Soraya. Porque el sorayismo, hijo del rajoyismo, es la ambición de Poder sin coartadas, el afán de mando sin cortapisas, el uso del Presupuesto sin escrúpulo, el Poder por el Poder. Y para eso, siempre sobra gente.

Defensa de los titiriteros y ataque a Aznar

Tras estallar el escándalo de la adulteración sistemática de taquillas para asegurar la subvención ministerial, cuyo primer imputado es González Macho, Presidente de la Academia de Cine hasta el año pasado, la reacción de Lassalle ha sido la de Gallardón tras ser agredido en las municipales del 2003 por los titiriteros del No a la Guerra (y al PP), que lo primero que hizo fue ratificar en sus listas, junto a Ana Botella, a Alicia Moreno, hija del gremio. Gallardón dejó claro que entre el PP agredido y los agresores, él estaba con los agresores. Este gobierno del PP fue atacado por González Macho en los Goya de 2014. Y Lassalle en vez de reclamar más vergüenza para pedir cuentas a quienes tienen que darlas en los tribunales va y dice:

"No se puede levantar una causa general contra el cine español." (…) "El cine español es excelente, prestigiado internacionalmente y merece todo el respeto. Si estos asuntos se confirman, afectarán estrictamente a personas particulares".

Dicen ahora que en el mundo del cine, el de los alardes bolcheviques de los Goya, todos sabían de la estafa y muchos lo hacían. Sin embargo, Peña, Aitana, Willy Toledo y demás, que lo sabían y lo callaban, no vacilaban en pedir más dinero e insultar a los que no comulgamos con ruedas de paredón cubano. Y Maricomplejines Lassalle hace algo peor que perder la ocasión de ponerlos en su sitio: está encubriendo su propia prevaricación. Porque el Ministerio de Cultura tenía la obligación de comprobar lo que algunos sí se atrevieron a denunciar. Luis Balcarce ha recordado en Periodista Digital la denuncia escalofriante de un director llamado, sí, Tinieblas González:

"No se debería pagar por una entrada de cine español porque el público ya la ha pagado con sus impuestos. Los productores de cine español no arriesgan su dinero. Es un negocio para llevarse a la saca dinero de las subvenciones. Se quejan de la piratería, pero si el cine español no se descarga. Se llenan la boca de proteger al autor mientras el autor es manipulado por los productores que son quienes se quedan el dinero de la subvención".

¿Son Wert y Lassalle tan ppijos que no se tomaron en serio lo que dice Tinieblas González, que parece un okupa del Patio Maravillas? No. Alfredo Landa, que no iba de gótico por la vida, dice en sus Memorias:

"Pues es muy fácil, aunque haya gente que no se lo crea: comprando las entradas. Que sí, hombre, que sí, que la mitad de los productores las compran. La tira de entradas compran".

Lo de Tinieblas es de 2011, cuando Rajoy llega al Poder. ¿Y no han tenido tiempo desde entonces Wert y Lassalle de evitar semejante fraude? Si tras el 20D hay justicia, con González Macho deberían ocupar banquillo los que desde el Ministerio vienen amparando este atraco al contribuyente.

Wert y Lassalle en una imagen de archivo

Lassalle contra Rivera y Aznar

Pero es que Lassalle está muy ocupado sentando cátedra de todismo académico como para perseguir el delito desde el Ministerio. Anteayer en El Mundo hablando con Lucía Méndez (y perdonando a Snchz, sobre el que no le pregunta) decía:

"Rivera encarna un cesarismo bonapartista moderno". (…) Bonaparte fue capaz de seducir enormemente a los franceses, por lo que representaba de hombre nuevo, instalado en una permanente juventud, en un coqueteo con la novedad y el adanismo. Rivera lleva 10 años en política y se presenta como nuevo. Es un producto perfecto de la mercadotecnia política de una sociedad posmoderna. A un liberal como soy yo con asideros intelectuales no deja de producirle un cierto rechazo."

Los "asideros intelectuales" de Lassalle consisten en que debutó en el gremio de las aldabas como chambelán de Miguel Ángel Cortés en la Fundación Carolina. Polanquistas de recuelo, a estos dizque liberales Podemos no les genera tanto rechazo como Ciudadanos:

"He leído las tesis electorales de los dirigentes de Podemos y les reconozco una decantación intelectual que no tiene Ciudadanos. Es una opción más sólida, pero más peligrosa. Ciudadanos juega a bisagra con vocación lobbysta y Podemos tiene vocación antisistema."

¿Qué significa decantación? Nada. Como poso, peso y enjundia, son adjetivos que enaltecen sólo al que adjetiva. Es el pomposo estilo perdonavidas de Tussell, Wert y demás democristianos de carrera y carretilla. Lassalle, aunque viene de Santander, como Menéndez Pelayo y de la Fundación Cánovas del Castillo, pastoreada por Robles Piquer, yerno de Fraga, tiene la irrefrenable y letal inclinación a cargarse un argumento por hacer una frase brillante, achaque de Herrero de Miñón o de Miguel Angel Cortés. La diferencia con el creador de la Fundación Carolina es que Lassalle sí se atreve a escupir sobre el creador del PP:

"Aznar no consiguió resolver adecuadamente los problemas que tenía España en ese momento. Aznar trató de construir una suerte de gaullismo en la derecha española. Y a punto estuvo de crear un aznarismo en el que por otro lado una parte de las derechas españolas no se hubiera reconocido. Afortunadamente, no existe el aznarismo como discurso político."

Lassalle miente. El aznarismo (véase Con Aznar y contra Aznar) es la logomaquia de unos logreros centristas que desde 1999, con la vacua Internacional centrista, convirtieron el liberalismo del primitivo programa del PP en fórmulas de sobremesa para el banquetazo de la corrupción. Yo no sabía entonces lo de los sobresueldos de Génova 13, pero en Viaje al centro de la nada denuncié la estafa intelectual de Eugenio Nasarre y otros fámulos de Wert. Pero Nasarre era un jíbaro del adjetivo al lado de Lassalle. Nadie, ni Margallo, supera la flatulencia verbal del Secretario de Estado de Cultura, mañana ministro del sorayismo que viene. Y la prueba es una tercera de ABC poniendo a China como ejemplo para Europa, a la que Alberto Recarte contestó –o más bien trituró- en Libertad Digital.

Vale la pena leer esos artículos para comprobar la cursilería atroz, el cantamañanismo académico, la verbosidad estrábica, el elogio de sí mismo a cuenta de lo que escribieron otros típico del académico metido a político, modelo Gabilondo. Pero ya digo que Lassalle, su versión carquiprogre, está llamado a mandar mucho en esta sorayesca y desnortada España. Y que se desengañen los que confían en el 20D como lejía para tanta mugre: antes de dejar el cargo, Lassalle firmó un convenio cultural-comercial con Pekín. Si se tuercen las urnas, ya entreveo, espléndida, la Fundación China-Carolina.

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