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Iba a impartir doctrina Míster X desde el púlpito de Polanko cuando el último atentado etarra le obligó a cambiar de disco. No obstante, el siniestro ex-presidente insistió en sus contradicciones habituales: dice que el PNV debería perseguir a los terroristas, forma de confesar que no lo ha hecho. Entonces, ¿por qué ha defendido a Arzallus frente a Aznar? ¿Por qué sigue con la machica de que Aznar opone un nacionalismo a otro si es mentira y, además, si el nacionalismo vasco sigue matando, como ETA, o sin perseguir a los que matan, como el PNV?

¿Cómo le da consejos a Ibarreche el incondicional González, el que le pasaba por las narices a Redondo Terreros en plena campaña electoral aquella frasecita inolvidable de "mis amigos del PNV"? ¿Cómo pretende dar lecciones de eficacia anti-ETA el jefe político del GAL, el actual abogado de los nacionalistas contra el Gobierno de España, el que dejó a la nación desprestigiada, arruinada, envilecida y partida por la mitad, sólo por perpetuarse en el Poder y conseguir que otros fueran por él a la cárcel?

Para desesperación de Zapatero y sus menguadas huestes, Míster X sigue al aparato, al aparato polanquista, claro. ¿Por qué no habla hoy de la "satanización del nacionalismo" y de las "campañas antinacionalistas de la prensa del PP? Sólo por una razón: porque hay un muerto todavía caliente. Mañana, volverá a las andadas. ¿Dónde irá el buey que no are?