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Federico Jiménez Losantos

Oficio en Madrid y un espontáneo en Barcelona

Mientras en Madrid las grandes figuras del escalafón tiraban de oficio y evitaban arrimarse al morlaco de la crisis nacional, en Barcelona saltaba al ruedo un espontáneo para poner en evidencia a toros y toreros.

Lo siento por el PP, que es el partido al que llevo votando desde que Aznar fue candidato y al que, en principio, pienso votar en las próximas elecciones generales, pero la noticia política no ha estado este fin de semana en su Convención Nacional sino en un acto público que ha sido ninguneado miserablemente en casi todos los medios de comunicación: el nacimiento de un nuevo partido político en Cataluña, en un Tívoli abarrotado y con gente en la calle que no pudo unirse a los casi dos mil que cupieron y disfrutaron fervorosamente de ese acto fundacional. Es posible que el PP haya salido más en las televisiones, todas progres y casi todas admitidas o diseñadas por el PP, que no han contado el nacimiento de Ciudadanos de Cataluña. Bueno, no es que sea posible: es seguro. Pero hay más política en una sola de las frases de los discursos de Carreras o de Arcadi Espada que en las arrioleces y gallardonadas que, directamente o a través de Rajoy, nos ha transmitido ese equipo de "flatus vocis" que aspira a volver al Poder sin que la gente se dé cuenta, sin ofrecer nada nuevo, sin alarmarse por lo que pasa, sin jugársela por España, a la que tan vilmente se la están jugando tantos miserables.

Aunque procuro evitar los saraos políticos, si este fin de semana hubiera tenido que elegir entre el del PP y el del CDC, hubiera ido sin dudar al del Tívoli y no al de Ifema. Yo, insisto, voto al PP hasta en las municipales (que en Madrid ya es votar) pero si viviera en Barcelona, hoy por hoy, votaría a Ciudadanos de Cataluña y no a Piqué. Mientras la Convención del PP nos mostraba hasta qué punto puede ser convencional la Derecha política española, la Izquierda sociológica ha protagonizado su primer acto digno en muchos años. Mientras Rajoy calculaba milimétricamente su mensaje de centro y de consenso pero sin exagerar, para no asustar ni entusiasmar a nadie, Boadella y compañía ponían en marcha un proceso que puede acabar costándole la Moncloa a Rajoy. Porque mientras en Madrid el PP hacía lo que cabía esperar, en Barcelona nacía un partido para hacer lo que no hace. Mientras en Madrid las grandes figuras del escalafón tiraban de oficio y evitaban arrimarse al morlaco de la crisis nacional, en Barcelona saltaba al ruedo un espontáneo para poner en evidencia a toros y toreros. Normalmente, el aficionado está en contra de los espontáneos, salvo que el matador no cumpla con su obligación, en cuyo caso son tolerados y, si torean, incluso ovacionados. Imagino que en el PP no se darán cuenta de lo que supone Ciudadanos por Cataluña hasta que no salga en las encuestas de Arriola. Cuando aparezca será demasiado tarde.

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