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Juan Carlos Aparicio, Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, pertenece a esa nueva hornada de gobernantes que ha alumbrado la mayoría absoluta de Aznar y que aspiran a incorporar a su estructura política las cualidades del teflón: nada les mancha, nada les afecta, todo les resbala y salen de cada cosa como entraron. También sale incólume la cosa, pero eso a ellos les da igual. Están para sobrevivir como políticos. Si los problemas sobreviven con ellos, esa suerte han tenido. Lo malo es que la supervivencia está a veces reñida con la decencia; lo bueno, que resolver problemas o al menos intentarlo también ayuda a hacer carrera política: tanto o más que pasar inadvertido en un rincón.

Dice Aparicio que "no hay inconvenientes" en abrir un diálogo para mejorar la Ley de Huelga. pero lo que queremos saber los ciudadanos es si va a haber pronto una auténtica Ley de Huelga, porque el propio ministro reconoce que la legalidad no se cumple. Dice Aparicio Teflón que los servicios mínimos deben ser "un instrumento de la sociedad". ¿Cómo "de la sociedad"? Según la ley vigente, son responsabilidad del Gobierno, así como su cumplimiento. Y queremos saber si el Gobierno va a hacer que se cumpla la ley persiguiendo a todos los terroristas laborales que utilizan en sus huelgas la violencia de los piquetes. Por lo visto, recuerda con cariño aquel proyecto felipista del 93, único intento serio de regular el ejercicio del derecho de huelga. ¿A qué espera, pues, para llevarlo hasta el final y no legislar mas "en caliente"? Y ya totalmente impregnado del espíritu teflonesco, añade Aparicio que el Gobierno no impondrá un arbitraje en el caso del conflicto de Iberia porque sólo debe hacerlo "con carácter excepcional". ¿Le parece corriente la situación actual? ¿Cree que el turismo español puede arrostrar un verano así, y otro y otro, sin hundir el sector clave de nuestra economía? ¿Qué será para Aparicio una "circunstancia excepcional"? ¿Sólo el peligro de perder el cargo?


El de Aparicio es otro caso de absentismo laboral, plaga del actual Consejo de Ministros. Si no se reforma y trabaja como debe en los asuntos que le conciernen, se impone el despido. Sin contemplaciones.

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