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Federico Jiménez Losantos

Para España, Portugal no es Francia

El golpe a las expectativas de OPA sobre Hidrocantábrico propinado por Rodrigo Rato es impecable desde el punto de vista intelectual. Mejor dicho: desde un punto de vista abstracto, porque intelectualmente hay muchas razones que aconsejan tratar la oferta postuguesa con la máxima consideración. Sólo hay algo que en buena lógica podría hacer descarrilar la oferta de EDP y Cajastur, la que una electrica alemana podría presentar con mejores condiciones para los accionistas. En todo lo demás, la alternativa portuguesa es la más conveniente. Desde todos los puntos de vista.

En primer lugar, porque el tamaño de la eléctrica portuguesa, aunque sea pública, sí que encaja en los parámetros de competitividad deseables para el consumidor español de energía eléctrica. No estamos hablando del imperialismo energético francés sino del reforzamiento de un espacio donde la competitividad es escasa y, además, decreciente. Por tanto, en cuanto a tamaño y a la liberalización real del sector, no tiene contraindicaciones, antes al contrario.

Y en cuanto al segundo argumento de Rato, el más sólido, que es el de la privatización, conviene señalar que está al servicio del primero, el de la competencia, y no al revés. Pero precisamente en la expansión del sector privado español Portugal juega un papel tan grande y, además, tan creciente que es de sentido común compensar de algún modo la sensibilidad del país vecino, tan exacerbada y a veces paranoica con respecto a una imaginaria absorción española y a una no tan imaginaria invasión comercial. Que Portugal, precisamente como país a través de una empresa pública, compita en España y trate de hacer negocio aquí no sólo es una compensación razonable sino una política inteligente y a la que los portugueses tienen derecho.

Es posible que Rato tenga otras razones que no ha dado. Pero las que ha dado nos parecen económicamente insuficientes y, políticamente, contraproducentes.

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