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Está muy bien, está estupendamente, no puede resultar más oportuna la iniciativa madrileña en política exterior. Echábamos en falta una participación de Madrid mucho más intensa en nuestra abandonadísima política internacional, donde tantos grandes países exigen nuestra mediación en todos los conflictos estratégicos sin que podamos dar abasto. Lo intentamos, pero nada. No bastan dieciséis comunidades autónomas para cubrir el hueco. Y no bastan porque el rival de Manzano, Ruiz Gallardón, se dedica incomprensible e insultantemente a tareas de su entorno, como el Metro, en vez de remediar los males más urgentes que acucian al Tercer Mundo. Se preocupa más de Fefé que de los tutsis, esa es la verdad, así que alguien tenía que hacer algo. Lo hará Manzano. Bendito sea.

Cuando el Presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, viajó a Guinea, se dice que lo primero que le pidieron fue una embotelladora de agua mineral y una banda de música, una para no importar Perrier y la otra pa presumir en los fastos regionales. Los tiempos cambian y ahora Madrid va a donar dos camiones de la basura y una docena de uniformes de basureros, que indudablemente escasean más en Malabo que el agua mineral. Piqué defiende la acción concertada Alcaldía-Ministerio como prioridad indiscutible y ello nos lleva a suponer que son ciertos los últimos rumores sobre otra valerosa iniciativa política. Una casa de acogida, como las de las mujeres maltratadas, que podría reservarse a la Oposición mártir del régimen de Teodoro Obiang, y una Funeraria como la que tantos problemas viene causando al alcalde y que allí podrían recibir estupendamente. Los negocios en Guinea suelen acabar muy mal y siempre hará falta un buen entierro.

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