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Federico Jiménez Losantos

¿Quién se está movilizando más: la Izquierda o la Derecha?

Los primeros datos de participación en las elecciones del 25-M confirman lo que cabía esperar tras la terrible crispación nacional de los últimos mes. La feroz campaña de la izquierda contra el PP ha producido una movilización del electorado notablemente superior a la de las elecciones pasadas. La estrategia del acoso antidemocrático, las agresiones, la pretensión de que hay una legitimidad en la calle superior a la de las urnas, la instauración
de una suerte de populismo asambleario en lugar de la democracia parlamentaria, el deseo e incluso el anuncio de que el PP iba a ser expulsado del Poder a cuenta de la catástrofe del "Prestige", de la guerra de Irak o simplemente de la supuesta legitimidad superior de la izquierda para representar al pueblo, han producido un efecto de preocupación y, por ende, de participación.

Ahora bien, tanto la izquierda como la derecha tienen motivos sobrados para movilizarse. La Izquierda, eufórica por haber barrido de la calle a la Derecha, pensando que los nuevos votantes van a optar por el voto emotivo de rechazo al PP. Si en las últimas convocatorias electorales no había en la izquierda socialista y comunista esperanzas razonables de victoria, ahora sí pueden tenerlas. Después de varios años derrotados y sin horizonte, la
movilización de todos los votantes izquierdistas sería lógica.

La movilización de la Derecha es más lógica aún. Le han visto las orejas al lobo, se han visto asaltados, injuriados, vituperados, vilipendiados y agredidos por una Izquierda que no respeta las reglas del juego y que se cree con derecho de tomar el Poder por la fuerza cuando las urnas se lo niegan durante unos cuantos años. El empeño en "sacar del mapa político" al PP, como han repetido sus líderes, debería haber movilizado hasta al último votante de Aznar en el 2000. Diez millones de votos, por cierto.

Pero también cabe pensar que ambas, Izquierda y Derecha se hayan movilizado o se estén movilizando aún por opuestas cuanto lógicas razones. En ese caso, nos espera una larga noche de cafeína y ansiolíticos. Alcaldías y autonomías pueden decidirse de madrugada. Y una de las noches más importantes de la democracia española puede ver amanecer sin despejar la incertidumbre ni la oscuridad.

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