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Entre los hechos políticos irremediablemente grotescos de la España actual que, sin embargo, recuerdan peligrosamente los muy trágicos del primer tercio del siglo XX, acaso el más preocupante es el del creciente caos dentro del nacionalismo catalán, que tiene un precedente diáfano en la crisis del catalanismo conservador de la Lliga, dirigido por Cambó, y su sustitución por Esquerra Republicana de Cataluña en la preferencia de los votantes nacionalistas y en la decantación del catalanismo por un permanente aventurerismo golpista (1931, 34, 36) que puso siempre a Cataluña del lado de la subversión y en contra de la legalidad, fuera la de la Constitución Republicana o el simple Código Penal. Tarradellas supuso en 1977 la rectificación histórica de aquella desastrosa deriva de su partido, ERC, que tanto daño hizo a Cataluña y a España. Pues bien, parece que aquella rectificación se acabó y que ERC vuelve a las andadas. Terror.
 
Francesc Cambó quiso ser muchas cosas y políticamente no llegó a ser casi ninguna. Quizás porque, como una vez le dijeron, no podía pretender ser a la vez el Bolívar de Cataluña y el Bismarck de España. Cabalmente, esa misma ha sido la tara de Pujol, que ha pretendido dirigir el separatismo catalán y la creación de una España más a su gusto (si es que hay alguna), que ha promovido la aldeanización identitaria mientras predicaba el europeísmo, que ha jugado a dirigir España desde la derecha pero a través de los pactos con la izquierda, muy señaladamente en los últimos años del felipismo. Es difícil saber si es el propio Pujol el que promueve la "segunda marca" catalanista en Madrid que sería ERC o si el proceso se le ha escapado de las manos como en su época se le escapó a Cambó. Lo único cierto es que al líder conservador se le escapó para siempre. Y que ni siquiera financiando a Franco en Burgos consiguió consolarse ni redimirse.
 
Es de temer que esta parodia actual, tardía y semiaragonesa, de Companys que es el líder de ERC, este Roviretxe que pretende dirigir desde el 16% de los votos de Cataluña nada menos que toda la política española como un Viriato de papel (es decir, l'escamot Viriatet) reproduzca también aquel cáncer demagógico que acabó con la destrucción de la libertad y de la modesta prosperidad de España, incluida, como siempre, Cataluña. La clave fue la ruina de la Lliga y la decadencia de Cambó. ¿No las recuerdan CiU y Pujol?

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