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Federico Jiménez Losantos

Selección Olímpica de la Corona de Aragón

La generosa propuesta de Artur Mas para que los deportistas catalanes puedan competir internacionalmente bajo la bandera de Andorra ha recibido un injusto y humillante rechazo por parte de Andorra. A los deportistas catalanes no les consultó, naturalmente. ¿Qué tiene qué decir el individuo ante los designios de la tribu? Nada. Y cuidadito con oponerse o tendrá que dejar el territorio nazional y largarse al extranjero, o sea, España. Este golpe de ingenio electoral del "hereu" de Pujol en la precampaña catalana supone la primera buena noticia para Maragall tras muchas semanas cayendo en las encuestas. Puede no ser la última. El caso de Simancas prueba que un candidato puede ser más rechazado conforme va siendo más conocido, así que no despreciemos la capacidad del candidato de Convergencia para ponerse en ridículo.

"Ridículo" es precisamente el término que ha usado Maragall para descalificar la propuesta de invasión deportiva de Andorra por el irredentismo catalán. Por lo visto, no encuentra ridiculez alguna en su empeño de revivir la Corona de Aragón, huelga decir que bajo el imperio catalán. La paja y la viga, ya se sabe. Pero como la "transversalidad" del nacionalismo, o sea, la complicidad de CiU y PSC para imponerlo en todos los ámbitos de la vida pública es una constante de la política catalana sugerimos una síntesis de ambos proyectos imperiales y antiespañoles, librando de paso al diminuto pueblo andorrano de una desigual lucha por la subsistencia olímpica. Si esa "transversalidad" aplastante no ha conseguido que los futbolistas y entrenadores del Barça hablen catalán, es de temer que muchos deportistas catalanes se nieguen a ser andorranizados y sigan compitiendo bajo bandera española. Ante la persecución política de Mas probablemente huirían a Huesca, Valencia y Madrid, protagonizando así el mayor éxodo deportivo europeo desde la revolución de Hungría en 1956, aquella que permitió al Barça contar con el talento de Kubala, Kocsis y Czibor, pero ahora al revés.

La solución nacionalista de este imperialismo de alpargata en la Era de Adidas la tiene, precisamente, Maragall. ¿Qué tal una selección olímpica de la Corona de Aragón? Es verdad que debería afrontar algunas pequeñas inconveniencias tácticas, como por ejemplo el rechazo de los deportistas franceses del Rosellón y la Cerdaña, de los aragoneses, de los valencianos y de los baleares. Pero si no se ha consultado a los deportistas de Cataluña, menos aún debería tenerse en cuenta la opinión de súbditos de segunda clase. Que la realidad no entorpezca las grandes ideas del nacionalismo catalán de nuestro tiempo. Cuando Boadella representó a Pujol tomando prestada de Jarry la grotesca figura de Ubu Rey, tan apreciada por los surrealistas, no exageraba nada. Simplemente, como suele pasar con los genios, se adelantaba. Ya lo ha alcanzado Mas.


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