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Federico Jiménez Losantos

Si sigue yéndose, acabará perdiéndose

Al principio, se iba, pero se quedaba mucho: seguiría en el partido, seguiría en el escaño, seguiría en la Fundación de Fundaciones… Vamos, que menos en La Moncloa, estaría en todas partes. Luego, dibujó ante una opinión pública generalmente escéptica un horizonte de frenesí laboral con traducción automática. Europa, Europa sería el refugio del que se iba sin irse y volvía antes de haber vuelto. Tampoco convencía mucho a la gente. Creían que la retirada o no era cierta o no la aceptaría el Partido o no la permitirían las circunstancias.

Así pasó más de un año, en el que la exasperación por no tener arte ni parte en la elección del sucesor soliviantó a muchos sectores de opinión que han votado al PP de Aznar, pero que dudan si votarán a otro PP sin su actual líder, que ya es hasta carismático. Pero a la inquietud ajena opone siempre Aznar una férrea indiferencia, una cara de póquer que acaba desconcertando y aburriendo. Cansados unos de predicar primarias, hastiados otros de la olímpica indiferencia presidencial, convencido el resto de que no había nada que hacer contra la obstinación de don José María, todo quedó fiado al Congreso del PP, donde Aznar tuvo que explicarse ante los que le pedían seguir, como Cascos, y ante los que le pedían simplemente claridad.

Y la tuvo. Fue tan clara su renuncia, tan brillante y tan emotiva, que ya no se discutió más la cuestión de fondo: si realmente renunciaba a La Moncloa. Pero el segundo problema serio, el de la bicefalia Gobierno-Partido, también lo conjuró Aznar mediante unas declaraciones por sorpresa a “El Mundo” en las que anunciaba que pensaba “testar” en favor del elegido no sólo la candidatura a La Moncloa sino también la presidencia del partido. Y ahora, le ahorra hasta la presencia parlamentaria. Ni Carlos I en Yuste. Lo que nos preocupa es que está yéndose tanto, pero tanto, tanto que puede terminar extraviándose, es decir, perdiéndose. Hasta para irse, hay que saber adónde se va. Le quedan ya pocas sorpresas que darnos, pero alguna más caerá.

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