Seguramente el mentor político de López Aguilar, el desaparecido Jerónimo Saavedra, instruiría al bullidor político canario sobre las múltiples formas de esclavismo que florecen en Cuba, lugar de peregrinación y solaz, lavado de dinero y planchado de arrugas sexuales de tantos españoles sin vergüenza. Es una lástima que Rodríguez Zapatero no haya escogido Las Palmas para realizar la enésima denuncia contra el PP, ahora como responsable de la prostitución infantil. Los muchos socialistas y no pocos nacionalistas que han elegido la cárcel flotante del Monstruo de Birán como paraíso de la prostitución barata están en excelentes condiciones intelectuales para saber de lo que hablan, aunque carezcan de las condiciones morales mínimas para denunciarlo. Pero no es sólo la esclavitud sexual lo que caracteriza al socialismo real en Cuba, sino la esclavitud sin más. Una fórmula de explotación a cuyo lado el capitalismo más salvaje resulta casi caritativo.
La esclavitud social en Cuba se manifiesta de modo particularmente siniestro en los hoteles y empresas extranjeras que a medias con la dictadura explotan a unos trabajadores que carecen de cualquier libertad laboral o sindical: ni siquiera pueden firmar contratos, ya que el Estado Rufián los firma y cobra por ellos en dólares, dándoles sólo una parte del sueldo en pesos, para que no entren en las diplotiendas reservadas exclusivamente a los extranjeros y cubanos con dólares, es decir, comunistas. Los sindicatos españoles se han mostrado al mismo nivel de los empresarios españoles que invierten en mano de obra esclava, para luego encontrarse con que el castrismo les estafa. Ojalá les estafara hasta arruinarlos, porque no merecen otra cosa esos miserables.