Entrevistaba a Simancas en La Mañana de la COPE y me parecía que estaba hablando con otro dirigente del PSOE. Cristina Alberdi, por ejemplo. Ya no hay ruidos de cheques, ya no hay golpes contra la democracia, ya gana la democracia se vote a quien se vote, ya sólo hay que mirar los programas de los partidos, ya todo es pedir disculpas por el error de Tamayo y asegurar que no se va a repetir. Al margen del auditorio al que halagar los oídos, el discurso de Simancas en los últimos días no tiene, afortunadamente, mucho que ver con el que venimos soportando desde la crisis preveraniega en la Asamblea de Madrid. Veremos si en el cierre de campaña vuelve a las andadas o entiende que enfervorizar a los convencidos no le va a dar un solo voto. Si sirve como referencia, tampoco el discurso madrileño de José Bono se parece al de hace sólo un par de semanas, quizás porque las encuestas no son tan buenas como dicen los socialistas o porque el político manchego ha preferido, una vez más, marcar la diferencia con un Zapatero radicalizado y encenagado en sus rencores iraquíes.
No podemos criticar que el PSOE haga ahora lo que venimos pidiéndole que hiciera desde hace meses. Sí podemos subrayar que todavía estamos esperando las pruebas de que los “corrutos”, fórmula arrojadiza que hizo célebre el ahora desaparecido José Blanco, estaban compinchados con el PP y con el mundo inmobiliario para evitar que Madrid cayera en manos de la Izquierda. También recordamos otra fórmula antológica, la de José Bono, que quizá para ocultar su regocijo con la jugada de sus enemigos los “balbases”, calificó a Tamayo y Sáez de “despojos humanos”, entre otras lindezas. Ahora el PSOE ya no aspira ni siquiera a Caja Madrid. Ya no se habla de “corrutos” ni “despojos”, todo es “pasar página” y “mirar hacia delante”. Tarde llega el arrepentimiento, tanto que podemos dudar de su sinceridad, pero si ha de durar algo más que hasta el recuento de los votos, bienvenido sea.