Pocas cosas más tristes que enviar a un grupo de soldados a un lugar donde sólo pueden recibir disgustos sin poder darlos. Y aunque mucho me gustaría equivocarme, temo que eso sea lo que suceda con nuestras tropas en el Líbano. Los propios mandos militares elevan casi al doble el número de efectivos necesarios. Y todo, como explicaba ayer el GEES, para poner a cien o doscientos mílites en la zona de peligro. Me parecería mejor un apoyo político como el que brindó Aznar a la liquidación del régimen genocida de Sadam Hussein que esta presencia que, siendo poco operativa, puede resultar letal.
A estas alturas, uno ya ha renunciado a ver a la Derecha comportarse no ya como la Izquierda, que sería detestable, pero sí como una auténtica Oposición. Tragan lo que les echen. Protestan un poquito, mugen blandamente, hacen dos morisquetas y cuatro mohínes pero, al final, obedecen. Así les va y así nos va a todos.