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El Secretario General del PSOE ha tomado la loable costumbre de confesarse periódicamente con "El Mundo" para hacernos partícipes de sus inquietudes y preocupaciones, amén de ofrecer soluciones para nuestros males, que, en buena lógica partidista, se resumen en uno: que el PP siga en La Moncloa. Desde luego, entre el empeño de González por encarcelar o asesinar civilmente a Pedro Jota y éste zapateril de confiarle sus inquietudes más centro-derechistas (la audiencia es la que es, pese al Irak y pese a quien pese) preferimos esto último.

Otra cosa es el crédito y la solvencia de sus reflexiones, particularmente en lo que se refiere a Seguridad. Está claro que en el PSOE saben que la inseguridad ciudadana es uno de los problemas que más preocupan a los españoles, y con razón. Está igualmente claro, porque no es la primera vez que hace referencia a ello, que Zapatero querría que el electorado lo percibiera como un Presidente del Gobierno con más capacidad que Aznar u otro líder del PP para hacer frente a esa inseguridad. Nos tememos, sin embargo, que con un discurso a medio camino entre la demagogia más desatada y el oportunismo menos solvente, Zapatero siga resultando poco creíble y, por ende, poco votable.

Es imposible creer que quien antes, durante y después de la guerra de Irak ha compartido con Llamazares y todos los grupos antisistema de España y de la Antiespaña (porque los batasunos también eran "pacifistas") la pancarta contra Aznar y contra Bush sea un decidido partidario de la Ley y el orden, en lo nacional y en lo internacional. Es imposible creer que quien en esas manifestaciones que, como suele suceder en las algaradas antisistema, desembocaban en salvajismo urbano se puso junto a los salvajes y contra la policía, sea el amigo de la Policía. Es imposible creer que quien ha tratado de hundir todas las iniciativas de endurecimiento de la Ley de Extranjería para combatir la inmigración ilegal y la delincuencia aneja sea un paladín en la lucha contra esa delincuencia y esa ilegalidad. Es, en fin, imposible creer que quien sigue aún con el rollo de que "está contra la guerra" y finge reclamar para la ONU el protagonismo que él mismo le negó en la guerra (anunció solemnemente en el Parlamento que el PSOE estaba contra la intervención aliada aunque la respaldase el Consejo de Seguridad) sea el Presidente que va a devolver a nuestros Ejércitos los fondos económicos y el respaldo político y moral que necesitan. Es muy difícil creerlo porque el PSOE se opuso hasta al homenaje mensual a la bandera de España, militares mediante, en la Plaza de Colón. ¿O acaso Zapatero ha cambiado de opinión también sobre esto, pero, a diferencia de lo que ha hecho en el País Vasco echando a Redondo, ahora a favor de la causa nacional?

Lo veremos en la próxima entrevista en "El Mundo". Mientras tanto, permítasenos una educada, comedida, razonable e irrenunciable incredulidad.

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