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Fernando R. Genovés

Solidaridad limitada

El día 2 de mayo de 2003, publicaba un diario madrileño —de subtítulo equívoco, aunque inconfundible: “Diario Independiente de la Mañana”— el artículo de José Ramón Recalde, “La regla del derecho”. El dirigente socialista y ex-consejero del Gobierno vasco iniciaba el texto con una declaración de disculpa referida a unos sucesos que protagonizó, hace algo más de un mes, en un acto público de ¡Basta ya!, donde aprovechó el marco de unidad y solidaridad que concede este foro para dejar bien claro que él estaba allí junto a los del PP para denunciar “la agresión violenta y la solidaridad cómplice” (del terrorismo y nacionalismo vascos), pero que bajo ningún concepto fuera confundido con los que están a favor de la guerra (de Irak), y son sus cómplices, y aun sus actores, por lo que debía denunciar también esta otra “agresión violenta” (del PP).

Semejante comportamiento, que sacaba a relucir de nuevo la traza sectaria, oportunista y desleal del socialismo español, fue discretamente consentido, no censurado apenas, acaso en atención a la persona de quien procedía: una víctima del terrorismo. Pero ahora Recalde persevera en su actitud, y (“Vista la reacción de mis amigos”) formula una justificación, más que una verdadera disculpa, de los hechos, y pretendiendo arreglar un botón de la chaqueta, desgarra la manga. Esto escribe: “El pacto vale como defensivo —con ellos [el PP] hasta la muerte o las muertes que sufrimos—, pero no es fácil seguir pactando, fuera de la defensa común”. Y remacha que con los del PP les une (al PSOE) una “solidaridad limitada”, la de “pertenecer al mismo bando, el de los atacados por nuestro terrorismo particular, el de ETA”.

Esta nueva declaración patentiza unas sospechas que embargaban a muchos desde hace tiempo y las tiñe de tonos sombríos: ¿cuál sería la actitud de los socialistas en el País Vasco si fuesen amenazados, atacados, asesinados, sólo los del PP, y no ellos también? Su compromiso contra el terrorismo de ETA (¿sólo de ETA?), ¿se mantiene porque hay asesinatos, o porque ellos también son amenazados, ahora, aún? ¿Qué encubre esa expresión oscura, “solidaridad limitada”? Algunos dirán que en la situación política actual, preelectoral, no es prudente crear divisiones o expresar dudas entre potenciales aliados. Sí, pero ¿quién ha empezado?

Y, por otra parte, ¿no es ese el fatal argumento de gran parte del PSOE y de IU con respecto al PNV; de éste con ex-Batasuna; de ex-Batasuna con ETA...? La anomalía vasca no es sólo fruto de la ruina política de instituciones y partidos, sino también del encanallamiento social. La lealtad y la compostura, el jugar con una o dos barajas, en las democracias consolidadas pasan por ser artículos de lujo, capítulo de buenas costumbres y de ética, pero en comunidades como el País Vasco se reducen al nivel de la seguridad y la supervivencia.


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