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HUELVA

Aracena: no sólo de jamón vive el hombre

Al norte de Huelva, en la Sierra de Aracena, las cumbres y los bosques tienen aire de interior profundo en el que todavía es posible descubrir algo intacto. Los pueblos blancos están colgados de los peñascos, y las dehesas de alcornoques y encinas nos hablan de un mundo antiguo. Hay que partir en su busca.

Al norte de Huelva, en la Sierra de Aracena, las cumbres y los bosques tienen aire de interior profundo en el que todavía es posible descubrir algo intacto. Los pueblos blancos están colgados de los peñascos, y las dehesas de alcornoques y encinas nos hablan de un mundo antiguo. Hay que partir en su busca.
Panorámica de Cortegana.
Es difícil imaginar que la playa esté tan cerca. Al norte de Huelva, en la Sierra de Aracena, las cumbres y los bosques tienen aire de interior profundo en el que todavía es posible descubrir algo intacto. Los pueblos blancos están colgados de los peñascos, y las dehesas de alcornoques y encinas nos hablan de un mundo antiguo. Hay que partir en su busca.
 
Nuestro punto de inicio es Aracena, el pueblo que da nombre a la zona. Un poeta le llamó "la metrópolis de la sierra". Luminosa y alegre, está a los pies del Cerro del Castillo, que bien merece una visita. Los restos de la antigua fortaleza guardan la iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor y son la mejor atalaya para asomarse a la localidad. En el mismo cerro se abre la Gruta de las Maravillas, la cueva abierta al público más grande de España. A los vecinos del lugar no les tiembla la voz al afirmar que es una de las más hermosas del mundo.
 
Es el momento de dirigirse a la Plaza Alta, donde el antiguo ayuntamiento y la iglesia de la Asunción brillan con su esplendor renacentista. A su alrededor, las casonas serranas nos hablan de una arquitectura popular bien conservada. Lo mejor es el edificio del Casino, en la plaza del Marqués de Aracena.
 
Aracena. Puerta de subida al Cerro del Castillo.Tomamos la N-433 para llegar a Higuera de la Sierra, distante unos 10 kilómetros. Después, y por una carretera comarcal, accedemos a Zufre, que aparece, como colgado de una roca, tras doblar una curva. El trazado de sus calles es de aire moruno, pero sus casas son cristianas, de los siglos XVI y XVII. La iglesia parroquial tiene cimientos de mezquita y guarda restos romanos.
 
A la vera de la presa de Zufre tomamos unas carreteras estrechas que serpentean con el río Hierro y se adentran en la sierra camino del norte, entre densísimos bosques que se van aclarando en alcornocales y encinas a medida que nos acercamos a Arroyomolinos de León.
 
Una parada obligatoria es el Mirador del Cerro del Bujo. Hay que detenerse lo justo, porque nos espera otro pueblo serrano: Cañaveral de León, famoso por sus cocidos y gazpachos, los mejores de la zona, según dicen.
 
Siguiendo hacia el oeste, por el límite con Badajoz, a través de una estrecha carretera de montaña y llena de curvas, descendemos hasta el castillo de Sancho IV, en Cumbres Mayores, que con las de Enmedio y las de San Bartolomé forma la zona conocida como "las tres Cumbres". Atravesamos el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche.
 
Desde las Cumbres descendemos hasta Jabugo, la capital del pata negra, del que podemos disfrutar en sus bodegas jamoneras. Aquí se abren varias rutas; lo primero que haremos será ir a Fuenteheridos, para demorarse en su Plaza del Coso y refrescarse en la fuente de doce caños. Después, por una carretera que serpentea entre espesos castañares, se llega a Alájar, donde hay que subir a la Peña de Arias Montano. La vista, desde aquí, es memorable.
 
Después se llega a Almonaster la Real. Hay que subir al castillo para dar con la mezquita del siglo X, en cuya construcción se utilizaron restos romanos y visigodos. Se dice que su mihrab, su nicho de oración, es el más antiguo de la Península.
 
Cerdos de Jabugo (Los Romeros. Hotel Finca La Silladilla).Es un placer pasear entre sus casas mudéjares y góticas, y descubrir que la iglesia mudéjar de San Martín tiene un detalle de estilo manuelino portugués.
 
De Almonaster a Cortegana recorremos siete kilómetros de bellísima carretera, que tienen como punto final el castillo medieval de Cortegana. Aquí, además, podemos comprar, por ejemplo, marroquinería artesanal.
 
Muy cerca está la antigua villa de Aroche, tan antigua que ya figura en un mapa de la época del emperador Constantino. Nos demoramos en sus dólmenes, menhires, restos romanos, y en sus famosos Picos, donde el matorral mediterráneo se mezcla con eucaliptos, pinos y una gran variedad de fauna. En el Museo Arqueológico podemos empaparnos de su historia.
 
Seguimos por la carretera nacional y llegamos a Rosal de la Frontera, en la misma frontera con Portugal. Desde aquí se atraviesan las Cumbres de Pajaritos, entre una maraña de ríos y riachuelos que van a verter sus aguas al Guadiana.
 
Tras recorrer 41 kilómetros y dejar atrás Santa Bárbara y Calañas nos espera Valverde del Camino y, más al sur, Trigueros. Estamos muy cerca de Huelva, pero por estos pueblos se respira el olor a encina, con amplias dehesas donde pastan tranquilos los toros de lidia. El negro zaino se funde con el azul del cielo. Un buen final para nuestro viaje.
 
 
Dónde dormir
– Finca La Silladilla (Jabugo). Teléfono: 959 501 351.
– Sierra de Aracena (Aracena). Teléfono: 959 126 175.
 
Dónde comer
– Mesón Sánchez Romero Carvajal (Jabugo). Teléfono: 959 121 515.
– Titús (Cortegana). Teléfono: 959 121 204.
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