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CHUECADILLY CIRCUS

Cabareteras

Hoy en día cualquiera puede aspirar al cabareteo barato. Basta pasarse por la parroquia para ateos y apóstatas del barrio madrileño de Vallecas o por el Círculo de Bellas Artes para comprobarlo. Como a mí la caspa no me sienta nada bien y la gerontocracia soviética siempre me pareció una ordinariez, esta semana he huido de los progres como alma que lleva Almudena Grandes. En su lugar, asistí al acto que La Razón organizó en torno a Mariano.

Hoy en día cualquiera puede aspirar al cabareteo barato. Basta pasarse por la parroquia para ateos y apóstatas del barrio madrileño de Vallecas o por el Círculo de Bellas Artes para comprobarlo. Como a mí la caspa no me sienta nada bien y la gerontocracia soviética siempre me pareció una ordinariez, esta semana he huido de los progres como alma que lleva Almudena Grandes. En su lugar, asistí al acto que La Razón organizó en torno a Mariano.
Ataviado con una power tie en tonos carmín y carmesí –ya era hora– y con la barba perfectamente arreglada, el líder pepero prometió un Estado respetuoso con los derechos individuales, la libertad y la economía de mercado. Zapatero ofrece un crony capitalism gestionado por Míguel Sebas, alias el Candidato, y su alegre pandilla; Rajoy promete libre competencia y bajada de impuestos. Más dinerito en el bolsillo para comprarse un chaleco antibalas o adquirir algún aparato de autodefensa, no vaya a ser que algún día me cruce con uno de los abajofirmantes y necesite protección.
 
Las más guapa de la fiesta fue como siempre Carmen Gurruchaga –qué poco fotogénica, con lo mona que resulta al natural–, de chaqueta corta multicolor, vaqueros pitillo y tenues crazy colours, esa mezcla de caoba, castaños y rubios que tan bien sienta siempre que una no se empeñe en llevarla con peinado brushing o con rulos. También iba híper ceñida y con un top negro semitranslúcido la poeta Ángela Vallvey ("No me llames poetisa"). Marta Robles en plan top model y la acompañante del political analyst Tomás Cuesta coparon el plantel de Helenas de Troya del evento.
 
En cuanto a hombres, brillaron el filósofo Gabriel Albiac, absolutamente fabuloso a los cincuentaymuchos, y dos de los anfitriones, José Alejandro Vara y Álvarez Gundín. La corbata Hermès del primero y el perfecto corte del traje del segundo desmienten la imagen del periodista desaliñado y poco aficionado al agua y al jabón. Y hablando de descuidos, imperdonable el look sudadera University of California de ese reporterillo con aires de enterado que pretendía entretener a Espe con no sé qué historia de porno rap. ¡Menudo pazguato!
 
Las Fellini.Plumillas así son los que uno encuentra en eventos como los que organiza los domingos una panda de mariprogres desaprensivas en la otrora elegante discoteca La Boite. De refugio de niños-bien amargolados de las universidades privadas de Madrid –léase alumnos de Meri White–, la dancetería madrileña se ha transformado en una cueva tenebrosa donde se guarece lo peorcito del agro rosa nacional.
 
Recién llegado de Egipto, me acerqué a la noche dominical para asistir estupefacto al espectáculo de un trío de leninistas de Bilbao –algunas tontas todavía se preguntan si se puede ser gay y de derechas– conocidas como Las Fellini y dedicadas al cabaret drag de tercera. Para que se hagan una idea, algo así como los concursos de play back de las fiestas infantiles pero con pelucón. Cuando uno tarda más en explicar un número que en realizarlo, lo mejor que puede hacer es dedicarse a otra cosa. El efecto es peor que el de los anuncios en medio de la película de prime time: la gente se duerme y pasa a otra cosa, a pesar de que las cuatro fanes de la primera fila aplaudan a rabiar.
 
Además de los interminables soliloquios y de las bromas de las que no se reían ni ellas –para ser una drag hace falta algo más que una minifalda, un par de globos en los pectorales y decir muchos tacos–, Las Fellini tienen menos gracia que la vicepresidenta vestida de fallera. La parodia de la mujer maltratada se merecía un sandiazo de cinco kilos. Uno puede ser políticamente incorrecto, pero no mastuerzo y encima aburrido. Sólo sonreí cuando al que hacía de Mónica Naranjo se le cayó la peluca en medio de la performance y la concurrencia tuvo que contemplar horrorizada una horripilante calva que ni las de los sufridos frailes de Zurbarán.
 
Tras la despedida de 10 minutos y la amenaza de permanecer en Madrid todo el mes de abril –atentos a la programación de los cabarets hetero de la capital: me temo que también actuarán en ellos–, música a cargo de un diseñador con pinta de mujaidín y sus alegres camaradas. ¿Saben la historia de aquel pincha tan malo tan malo que era incapaz de animar al respetable con un tema de Dead or Alive? ¿Que no puede existir un disc jockey tan incapaz en la faz de la Tierra? Sí lo hay: en sus ratos libres se dedica a la moda y cuando pone discos se hace llamar Gora ta Gora, como la cancioncilla popular a la que Sabino Arana puso letra. Y yo me pregunto: ¿se puede ser gay y fascista?
 
Hace 18 años, Boy George y McKinky revolucionaron las pistas de baile de medio mundo con "Everything Starts with An E". En el planeta mariprogre, todo continúa comenzando con e, pero de estupidez. No había visto una cosa igual desde aquel espectáculo drag lésbico-intelectual en San Francisco, hace ahora dos años.
 
Antes los gays éramos considerados la cresta de la ola. Desde que Zerolo & Company convirtieron el asunto en chiringuito institucionalizado con cargo al presupuesto, el establishment de la banderita del falso arco iris se ha tornado una panda de paletos pasados de rosca y, lo que es peor, de moda, con patéticos aires de grandeza y un look más feo que el del novio de Godzilla. Si el divino Miguel Ángel levantara la cabeza... las hordas queer lo mandaban al otro barrio de una paliza por papista y clerical.
 
Una de las obras de Eduardo Alvarado.Como siempre, la nota de buen gusto la ponen los lectores de esta columna. Sin ellos me convertiría en un auténtico eremita, mal disimulado eufemismo que los huraños usamos para ocultar la ¿triste? realidad de la misantropía. Para arte y distinción, lo del pintor Eduardo Alvarado, quien sí sabe de armonía y proporción, y no los mari-borrokos de más arriba. Su reciente exposición de dibujos en Logroño fue un gran éxito, que espero se repita pronto en Madrid. Si tuviera que quedarme con alguna de sus obras, sin duda elegiría alguno de los retratos, dotados de una profundidad y una severidad hipnóticas. Personajes atrapados en ese delicioso estado de duermevela del que a veces uno no querría salir.
 
Si lo que les gusta es la minuciosidad clásica, les recomiendo al cordobés Antonio Asencio –no confundir con el guapo y simpático aunque peripatético (acepción coloquial) columnista de El Plural–. Aunque actualmente trabaja en una copia del Marte de Velázquez, el artista dará en breve el salto a la creación de temas propios. Le sobran técnica y talento para ello. Si Manet pudo hacerse famoso reinterpretando personajes velazqueños, Asencio posee la suficiente sensibilidad para comenzar a plasmar sobre el lienzo un universo propio. Cuestión de inspiración y autoestima, supongo.
 
Para terminar, no puedo dejar de mencionar al cultísimo Elías Hayali Agopián, quien me envía la siguiente precisión a propósito de mi crónica egipcia:
Con respecto al barrio de Korba, en El Cairo, pues más bien es un calle donde hay una curva, y de allí viene la palabra Korba, debido a que originalmente, en el siglo XIX, esta zona fue urbanizada por un español llamado Suárez, un distinguido industrial de familia judía que participó muy activamente en el desarrollo de El Cairo y de Egipto en general.
A ellos y a muchos más reconozco su simpatía, y sobre todo su paciencia. Hay tantas cosas maravillosas en las que emplear el tiempo de ocio, que elegir pasar tres minutos semanales conmigo se me antoja un acto de desprendimiento y bonhomía inconmensurables, que diría un diplomático pedante de la vieja escuela. Gracias.
 
 
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