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CIENCIA

El vudú en prime time

Estoy harto del vudú a Cristiano Ronaldo, del brujo que lo crió y de que los medios de comunicación repitamos siempre la misma historia. ¿Lo quieren más claro? Cada vez que la estrella del Real Madrid anuncia que su lesión no ha mejorado, televisiones, radios y periódicos corremos a acordarnos de aquel listo que se ha hecho a sí mismo la campaña de publicidad más barata posible a costa de nuestra proverbial falta de respeto a la ciencia.

Estoy harto del vudú a Cristiano Ronaldo, del brujo que lo crió y de que los medios de comunicación repitamos siempre la misma historia. ¿Lo quieren más claro? Cada vez que la estrella del Real Madrid anuncia que su lesión no ha mejorado, televisiones, radios y periódicos corremos a acordarnos de aquel listo que se ha hecho a sí mismo la campaña de publicidad más barata posible a costa de nuestra proverbial falta de respeto a la ciencia.
Si yo fuera la ministra Garmendia ya estaría encargando a mi gabinete una batería de notas de prensa para contrarrestar el dañino y creciente asalto de la brujería varia al prime time.

Por ejemplo, explicaría cómo las matemáticas pueden influir en el futuro del futbolista más que las sonajas de calabacín, los machetes de bambú y los muñecajos asaeteados. En estas mismas páginas hemos informado sobre cómo un equipo de investigadores de la Universidad de Granada, de la Pablo Olavide de Sevilla y del Instituto Vicente Espinel de Málaga ha sido capaz de demostrar que las lesiones que afectan a los miembros inferiores de los futbolistas se pueden prever mediante el uso de ecuaciones matemáticas. De manera que Cristiano habría hecho mejor comprándose una calculadora que contratando a una contraguerrilla mágica.

Utilizando la lógica numérica, estos científicos han identificado los tres factores más habituales que conducen a la lesión: técnicas incorrectas de entrenamiento, equipamientos inadecuados y anormalidades biométricas del jugador. Introducido todo ello en la coctelera de las ecuaciones de regresión logística, deviene una fórmula que podría ser de gran utilidad para predecir el riesgo individual de padecer un daño muscular.

Los verdaderos adivinos del mundo moderno son los científicos. Un correcto análisis del líquido amniótico de una mujer embarazada permite determinar con exactitud el sexo del bebé, sus cualidades genéticas y si va a padecer alguna enfermedad grave. El cálculo del movimiento de los astros es capaz de arrojar con milimétrica precisión cuándo será la próxima vez que un cometa dado atravesará la órbita de la Tierra, aunque ello suceda dentro de miles de años. Podemos conocer cuál será la estrella polar en los próximos mil siglos y descubrir cuál fue en los pasados mil siglos sin necesidad de usar telescopios ni sortilegios... bastan lápiz, papel y matemática.

El estudio de los huesos del carpo de un humano o sus equivalentes en un animal permite al médico o al veterinario adelantar cómo y cuánto crecerá el individuo. Nuestra sangre va cargada de metabolitos que arrojan pistas sobre la evolución futura de la tensión arterial, la flexibilidad de las venas y vasos, la actividad del corazón, el desarrollo de neoplasias... El mago Merlín de hoy sería un premio Nobel de Física.

Por eso es especialmente doloroso que los medios sigamos dando voz a los perturbados, caraduras, buscadores de fama, chamarileros de la pseudociencia y psico-profetas que en el mundo hay. Compartiendo escenario con las duras y reales miserias del mundo y arrojando al público una falsa imagen de normalidad.

Y dirán ustedes que, en el fondo, el daño no es tan grave: al fin y al cabo, el asunto Ronaldo y su personal-vudu-coach no deja de ser un divertimento estúpido pero inocuo. Y lo sería si viviéramos en un país que gozara de una cultura científica acorde con su tamaño, su población y su influencia geopolítica. Pero los datos son más que entristecedores. Mientras nuestras ondas hertzianas sirven de altavoz a los magos de la ignorancia, el 20 por 100 de los universitarios españoles es incapaz de contestar correctamente a la pregunta de si es verdadero o falso que el Sol gira alrededor de la Tierra. Porcentaje de error que aumenta al 80 por 100 en el caso de los entrevistados sin estudios de primaria según un informe de FECYT de 2007. Sólo el 30 por 100 de los graduados superiores patrios sabe responder si todo el oxígeno que respiramos procede de las plantas, el 55 por 100 se equivoca al determinar si los antibióticos combaten a los virus, el 20 por 100 no sabe si los seres humanos proceden de otras especies anteriores y el 25 por 100 cree que los primeros humanos vivieron en el mismo tiempo que los dinosaurios. ¡Todos ellos universitarios!

Vivimos en un entorno mediático dominado por lo políticamente correcto. Se miran con lupa las informaciones para que no se emitan textos con lenguaje "sexista", se buscan términos adecuados para tratar a la violencia doméstica-de género-machista, etc; se cuida no replicar el lenguaje pseudobélico de los terroristas (comando, operación, grupo armado...). Los sindicatos de este o aquel ente público denuncian a la dirección cuando se emiten documentales que no comulgan con la sacrosanta corriente oficial sobre el cambio climático. Todo muy pulcro y muy moderado.

Sin embargo, nos desayunamos un día sí y otro también con el hechicero vudú de don Cristiano sin que nadie mueva una pestaña (salvo el caradura de él que se lo está llevando calentito). Si nuestra maquinaria de comunicación científica no es suficientemente potente para contrarrestar estos dislates, más valdrá entonces pasar a la acción.

Señor Ronaldo, ya que todos estamos de acuerdo en aceptar al vudú como animal de compañía, demande usted al brujo por lesiones a distancia y sáquele la pasta que está ganando en los platós.
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