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CRÓNICA NEGRA

La "corbata colombiana"

Entre los métodos delincuenciales que se emplean ahora en nuestro país y que han sido claramente importados se encuentra la llamada "corbata colombiana". Consiste en un brutal tajo en la garganta, por el que se introduce la mano hasta colocar la lengua de la víctima colgando por la abertura sangrante, como si fuera una horrible corbata.

Entre los métodos delincuenciales que se emplean ahora en nuestro país y que han sido claramente importados se encuentra la llamada "corbata colombiana". Consiste en un brutal tajo en la garganta, por el que se introduce la mano hasta colocar la lengua de la víctima colgando por la abertura sangrante, como si fuera una horrible corbata.
Edvard Munch: EL GRITO.
Se complementa con otros cortes de insólita popularidad, como el llamado "la sonrisa del payaso", que consiste en prolongar la abertura natural de la boca mediante rajas provocadas por un cuchillo en las comisuras que llevan el labio hasta la oreja. Son métodos brutales de infligir tortura y castigo por parte de organizaciones delictivas que hicieron famosa esta forma de actuar en Hispanoamérica y que personalmente creo son utilizadas en diversas partes del mundo, aunque aparentemente tengan denominación de origen. Hoy, incluso lo encontramos en nuestros barrios.
 
Se dice que el cadáver de un hombre hallado en Móstoles, en su cama, boca abajo, con una bolsa de plástico en la cabeza y maniatado, tenía hecha la traqueotomía colombiana como medio de advertencia a terceros, que desde ahora deben sentirse amenazados. Aunque es posible que la víctima simplemente hubiera sufrido una herida de tal magnitud que permitía ver la lengua e hizo pensar que se trataba de la firma de los asesinos. Por otra parte, el autor o autores de este crimen, que ya deben de sentir en el cogote el aliento de los hábiles cazadores de criminales, volvieron a firmar su acción en las paredes con un aerosol. "Recuerdos del Canario", escribieron. ¿Se trata de la amenaza de un jefe mafioso? ¿Es la clave de un grupo de delincuencia organizada?
 
En cualquier caso, el tal "Canario" es un pájaro de cuenta que entró en el domicilio sin romper puertas ni ventanas, inmovilizó a la víctima, quién sabe con qué propósito, la sometió a "la capucha", le "dio la muerte del pato" retorciéndole el cuello y, al parecer, la vistió para la eternidad con el más triste complemento.
 
Precisamente, doce meses antes otro hombre joven, esta vez en Hortaleza (Madrid), fue también torturado, y se le encontraron heridas compatibles con la célebre prenda criminal. Fue un suceso rodeado de misterio y que enseguida se relacionó con la actividad de los narcotraficantes.
 
Hay que insistir, desde este mismo momento, en que las víctimas son sólo objeto de estas prácticas, y en todo caso inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Es preciso reseñarlo, porque enseguida se explica que estos métodos brutales de eliminación de personas los emplean las mafias para ajustar cuentas a chivatos y traidores. Lo que es una forma, si se quiere inconsciente, de adoptar la dialéctica e incluso el lenguaje de los criminales, con lo que se les justifica. Hacerle a alguien algo como lo que puede verse en los cadáveres citados es un hecho execrable, para el que no hay disculpa, y merece que los culpables sientan todo el peso de la ley. Eso de traidores y chivatos no es más que una excusa.
 
Los asesinos emplean métodos brutales para subyugar mediante el terror, y sus actos son siempre ilegítimos. Utilizan una suerte de signos indudables de agresividad mayor, que además expanden un lenguaje internacional, con lo que se pretende establecer la dominación a la vez que el ahorro de medios. Las heridas que revelan el trato vejatorio pretenden ser una advertencia a quienes no les obedecen o no ceden a su chantaje. Ha llegado el momento, pues, de situarnos de forma inequívoca junto a las víctimas y de exigir que los que propagan el reinado del terror paguen un plus de criminalidad. Logremos que sean los asesinos los que tengan miedo.
 
Hay que castigar los usos y costumbres de la nueva criminalidad, que penetra en los hogares con "la muerte moldava", que es la del homicida Petru Arcan, o domina la prostitución con la "ruleta rusa", que consiste en descuartizar a unas pupilas para lograr sumisión en el resto; también está el "vudú de la Casa de Campo", el empleo de la superstición para vencer la resistencia de las jóvenes negras. Por otra parte, en los cajeros se emplea "el lazo libanés" y, en internet, "las cartas nigerianas" para timar a incautos.
 
A todos estos hay que darles con la "llave inglesa" que permita una vuelta de tuerca en la presión contra el crimen. Precisamos de la defensa siciliana, la precisión suiza, la democracia sueca y la furia española. Han llegado con su batería de procedimientos inquisitoriales, acostumbrados a golpear hasta dar muerte, amenazando con cortar orejas, amputar dedos, para conseguir la combinación de la caja fuerte a cualquier precio.
 
Hay quien les ha dicho que en España hay mucho dinero negro, y que se guarda en las casas, sin otra protección que la de sus habitantes. Esa falsedad desenfocada, fruto de una delincuencia ávida de rapiña, ha hecho que las bandas de "braga en la cara" se hayan estrellado más de una vez como ratas en una despensa vacía. Sin embargo, eso no les ha hecho desistir, sino que han sacado sus instrumentos de tortura para sembrar sus acciones con sonrisas payasas y corbatas de sangre, mientras se burlan bajo sus capuchas.
 
Empleemos la "tolerancia cero" norteamericana que persigue hasta el pequeño delito. La respuesta a la brutalidad debe ser la dureza de la ley. Una norma justa que castigue al delincuente y aplique mimos y cuidados a la víctima.
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