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Florentino Portero

Por fin estalló

¿Se imaginan el escenario en el que nos encontraríamos si estuviéramos fuera del euro? Podemos optar entre el despotismo alemán en el seno del Eurogrupo o el peronismo de vuelta a la peseta.

Lo reconozco. Entre mis virtudes, porque alguna tengo, no está la paciencia. Hacía demasiado tiempo que sabía que tanto el euro como la solvencia española estaban condenados a la crisis y se me hacía interminable la espera. Para mí ha sido una liberación ver al Eurogrupo teniendo que sacar adelante el Plan de Rescate y a nuestro presidente, quintaesencia de la irresponsabilidad y la osadía, reconociendo, por la vía de los hechos, que su política era una autopista hacia la ruina.

Se ha repetido y sé que no voy a ser original, pero es evidente que ni el Plan de Rescate ni las medidas anunciadas por Rodríguez Zapatero van a resolver nada. Son primeros pasos, pero lo fundamental serán las reformas que pronto habrá que afrontar.

La Unión Económica y Monetaria, el marco jurídico sobre el que se sustenta la moneda común, se apoya en dos pilares: el Banco Central Europeo y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El primero emite la moneda y trata de controlar su valor. Podemos estar o no de acuerdo con las decisiones que adoptan sus autoridades, pero parece indiscutible que actúan con profesionalidad y coherencia. El segundo hace referencia a un proceso político por el que los gobiernos que forman parte del Eurogrupo se comprometen a actuar dentro de unos márgenes aprobados de común acuerdo, para dotar así tanto a la moneda como al área económica de estabilidad y garantías de progreso ¿Puede sobrevivir en estas condiciones una divisa de referencia mundial? Hoy sabemos que la respuesta es no.

La moneda es una de las primeras competencias que adoptó el Estado moderno. La ceca, "casa donde se labra la moneda" según la Academia, era física y políticamente uno de los símbolos de la soberanía del Estado. ¿Puede una moneda ser el símbolo o representación de un conjunto de soberanías? Si, como es previsible, los intereses no son plenamente coincidentes, la respuesta vuelve a ser no. Si una moneda lo es de varios Estados, los intereses de unos tendrán que prevalecer sobre los de otros.

La primera lección de la presente crisis de solvencia de la zona euro es que no se puede confiar en un acuerdo entre gobiernos para asegurar la estabilidad. La segunda, bastante evidente, es que no se puede aceptar en el grupo a Estados con gobiernos irresponsables. En palabras de Marx "I would not join any club that would have someone like me for a member". El Eurogrupo se equivocó al primar criterios políticos a la hora de aceptar miembros. Estaban tan obsesionados con la idea de que estaban construyendo la nueva Europa Unida que se olvidaron de que la política monetaria requiere de exquisito rigor. Facilitaron el acceso a Estados como España, con las consecuencias que están a la vista. Los españoles son capaces de poner en manos de gente como Zapatero, Pajín, Blanco... el futuro de sus pensiones, de su sistema de salud o la educación de sus hijos y, consiguientemente, se merecen los más que previsibles resultados de tal opción. Pero eso no quiere decir que los alemanes, franceses u holandeses estén dispuestos a hipotecar su futuro compartiendo su destino con tan privilegiadas mentes.

El euro será viable si se abandona el Pacto, tal como está hoy definido, para avanzar hacia un "gobierno económico", lo que supondría mayor intervencionismo del Consejo sobre las políticas económicas nacionales. Al final tanto el Banco Central Europeo como "el gobierno económico" tendrán que supeditarse a unas prioridades y dudo mucho que en este terreno Alemania esté dispuesta a transigir. El futuro del euro será alemán o no será. Alemania es el país europeo que más seriamente ha afrontado el giro político aprobado en Maastricht, pero todo tiene un límite. Merkel va a jugar fuerte en este terreno, porque no tiene otra opción y eso va a tener consecuencias de trascendencia histórica, en uno u otro sentido. O abandonamos el euro, o se reduce el Eurogrupo o se avanza en el "gobierno económico".

En la nueva zona euro a la que vamos no tiene cabida el modelo de financiación español de las distintas administraciones. No sólo hay un problema jurídico-constitucional, además tenemos un problema de solvencia. No hay dinero para pagar ese derroche y no nos van a dejar que sigamos endeudándonos. Ha llegado el momento de ajustar el presupuesto. ¿Se imaginan el escenario en el que nos encontraríamos si estuviéramos fuera del euro? Podemos optar entre el despotismo alemán en el seno del Eurogrupo o el peronismo de vuelta a la peseta. No nos engañemos, porque no damos para mucho más y a los hechos me remito. Yo voto por lo primero.

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