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Francisco Cabrillo

¿Banqueros altruistas?

Hace sólo unos días, las entidades que, en España, ofrecen créditos hipotecarios nos han hecho saber que, desde el mes de noviembre, tales créditos no les suponen ganancia alguna. La razón alegada es que, por primera vez en muchos años, la fuerte subida experimentada por los precios y la bajada de los tipos de interés han hecho que éstos sean hoy inferiores a la tasa de crecimiento de aquéllos. Y resulta, en efecto, evidente que si yo presto, por ejemplo, una cantidad de dinero durante un año al 3,75 % y los precios crecen el 4%, el dinero que me devuelven vale algo menos que el que yo presté. Es decir, que he perdido dinero.

Si esto es así, cabe preguntarse por qué los bancos siguen dando créditos hipotecarios; y por qué se disputan, además, a los clientes, y los bombardean con ofertas para que contraten el crédito con su banco y no con el de la competencia. Tal vez los banqueros se han olvidado, aunque sólo sea por un momento, del principio del beneficio y se han vuelto altruistas, me comenta un amigo que, con el paso de los años, sigue manteniendo intacta su fe en la bondad natural de los hombres. Y, por eso –añade– quieren dar más créditos hipotecarios, ya que así su mérito será más grande.

Siento tener que darle una desilusión; pero me parece que eso de que los bancos han perdido dinero con sus créditos hipotecarios es una falacia monumental. Y, por cierto, me parece bien que sea así; entre otras cosas, porque, como pequeño accionista de un banco, no me gustaría ver a sus gestores haciendo mal uso de mi dinero. Pero creo que puedo seguir durmiendo tranquilo. Los bancos están obteniendo beneficios con las hipotecas.

La razón es que la argumentación de la asociación de prestamistas hipotecarios se basa implícitamente en la idea de que los bancos o bien prestan el dinero propio, o bien obtienen el dinero que prestan a un tipo de interés equivalente al de la subida de los precios. Si esto fuera así, –y no tomáramos en consideración las comisiones y otros ingresos indirectos que los bancos consiguen de sus clientes– sería verdad que los bancos estarían perdiendo dinero en el estricto negocio hipotecario. Pero aquí es precisamente donde está la falacia. En primer lugar, porque los bancos no prestan su propio dinero. Los bancos son intermediarios financieros, cuyo papel en la economía consistente en canalizar los fondos de los ahorradores hacia las personas o empresas que los necesita. Lo que prestan no es, por tanto, suyo, sino de sus depositantes. Y, en segundo lugar, porque, para realizar cualquier estimación de beneficios necesitamos saber cuánto pagan a quien tiene su ahorro en una cuenta corriente o en un depósito a plazo. Y actualmente resulta que por las cuentas a la vista los bancos no suelen pagar nada; y por un depósito a plazo será difícil que alguien obtenga una remuneración superior al 2%. Con este sencillo cálculo puede verse dónde está el negocio. Lo relevante no es el tipo de interés que los bancos cobran a sus prestatarios, sino la diferencia entre lo que les cobran a éstos y lo que pagan a sus depositantes. Y, con esta visión un poco diferente, el beneficio aparece.

Siento haber frustrado las esperanzas de mi amigo. Pero temo que aún tendrá que seguir buscando si quiere encontrar a ese banquero altruista que ofrece duros a cuatros pesetas.

En Libre Mercado

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