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Francisco Cabrillo

El caso Gironella

El reciente fallecimiento del escritor José María Gironella me ha hecho recordar una historia que se cuenta, desde hace mucho tiempo, en los ambientes de escritores y editores de nuestro país. Todo el mundo sabe, y se ha recordado en los últimos días, que Gironella es el autor de las novelas más vendidas –y, por tanto, más rentables– que se hayan publicado nunca en España. De Los cipreses creen en Dios pueden haberse vendido en torno a los doce millones de ejemplares. Y las otras dos novelas de la trilogía –Un millón de muertos y Ha estallado la paz– aunque no alcanzaran las cifras de la primera obra de la serie, han sido también éxitos de venta inusitados en un país como el nuestro, en el que las tiradas son generalmente muy cortas, incluso en el caso de obras muy populares.

Menos conocido es, sin embargo, el hecho de que su autor encontró problemas para publicar en España la primera de las novelas. En los primeros años cincuenta, Gironella vivía e París y fue allí donde escribió este libro. Según él mismo cuenta, parece que pronto encontró un editor francés para su obra. Pero las cosas no eran tan fáciles en España. Y había razones para ello. Por una parte, se trataba de un escritor que, aunque había publicado ya algunos libros, no era una persona conocida por el gran público, cuyo solo nombre pudiera atraer a un considerable número de lectores. Por otra parte, la novela era muy voluminosa –nada que ver, por tanto, con nuestros actuales “best sellers” nacionales– y, por tanto, cara para el editor. Y, por fin –y esto era, sin duda, lo más importante– resultaba claro que podría tener serios problemas con la censura. Su autor trataba de explicar en ella los orígenes de la guerra civil, en unos momentos en los que salirse del dogma oficial de la gloriosa cruzada de liberación contra las fuerzas del mal era peligroso. Es verdad que Gironella había sido excombatiente en el bando nacional. Pero esto no era escudo suficiente frente a las potenciales iras del censor de turno, especialmente si tenemos en cuenta las referencias que en ella se hacían a instituciones intocables, como la Iglesia Católica y que uno de sus protagonistas era un seminarista que colgaba los hábitos y llevaba una vida personal poco ejemplar.

Editar la obra implicaba, por tanto, asumir un riesgo empresarial importante. Y esto fue, exactamente, lo que hizo José Manuel Lara, propietario de una pequeña y poco conocida editorial llamada Planeta. Lo interesante del caso es que, antes de llegar a Planeta, la novela había pasado por otras manos. Es habitual, en efecto, en el mundo de la literatura que, cuando un escritor quiere publicar una novela, busque una editorial prestigiosa, lo que Planeta no era en aquellos años. Y esto es exactamente lo que hizo Gironella; pero sin éxito. Como tantas veces ha ocurrido en la historia de la literatura, experimentados editores dejaron escapar la obra que podría haberles dado mayores ingresos y popularidad. Planeta, en cambio, arriesgó y tuvo éxito; y hoy nadie tiene duda de que, sin Gironella, esta empresa habría tenido, en sus primeros años mayores dificultades para salir adelante y convertirse, con el tiempo, en el gran grupo editor que es en la actualidad.

Más tarde vino el éxito: los millones de ejemplares vendidos, la serie de televisión, la fama del autor... todo ello con lo que parece que fue un respaldo explícito del general Franco. Desde el punto de vista económico, fue un negocio redondo. Pero antes hubo que adoptar una decisión empresarial y asumir un riesgo. Y fue Lara el que supo aprovechar la oportunidad que otros habían dejado pasar de largo.

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