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Francisco Cabrillo

Gabriel Rodríguez no quiso ser ministro

Aquí donde por una cartera se ven los milagros más estupendos, las apostasías más desvergonzadas, las flexibilidades más indecorosas; aquí donde hay ciudadanos que no viven sino para ser ministros…

Se cuenta la siguiente historia de un economista y político español de la segunda mitad del siglo XX. Un día lo llamó el presidente del gobierno para preguntarle si podría contar con él en su gabinete; y la conversación fue, más o menos, como sigue:
 
- “Oiga, con motivo del cambio de gobierno había pensado ofrecerle el cargo de ministro de….
- ¡Acepto!
- Pero si aún no le he dicho de qué
- Es igual. ¡Acepto!
 
Puede tal vez llamar la atención la excesiva energía del ministrable; pero a poca gente sorprenderá el fondo. Nuestro personaje de hoy, sin embargo, era un hombre muy diferente: no quiso ser ministro.
 
El gran tema de debate económico en la segunda mitad del siglo XIX fue, en casi toda Europa, la polémica sobre el libre comercio y el proteccionismo. Y entre las figuras que más destacaron en nuestro país en el bando de los defensores de la libertad económica se encuentra, sin duda, Gabriel Rodríguez. La trayectoria profesional de nuestro protagonista fue bastante poco ortodoxa. Nacido en 1829, estudió en primer lugar la carrera de ingeniero de caminos. Más tarde se hizo abogado, y llegó a ser catedrático de economía. Pero fue también músico, conferenciante y político. Su actividad en la vida pública española de la época fue muy amplia y variada. Fundador, y más tarde presidente de la Sociedad Abolicionista Española presidió también, durante algún tiempo, la Asociación para la Reforma de los Aranceles de Aduanas; y fue secretario, durante más de diez años, de la Sociedad Libre de Economía Política. Crítico del socialismo y de cuanto constituyera una amenaza para la libertad individual, Rodríguez representa bien al grupo liberal que llegaría al poder en España en los años que siguieron a la Revolución de 1868 y defendieron un modelo de reforma y progreso económico basado en los principios del liberalismo económico, que nunca llegaría a echar raíces profundas en nuestro país.
 
Polemista nato, se le deben algunas observaciones tan conocidas como aquella en la que afirmaba que sería capaz de escribir los nombres y los apellidos de los beneficiarios de cada una de las partidas del arancel de aduanas. Y el periódico El Globo dijo de él: “Difícilmente se podría determinar a quién temen y abominan más los partidarios a outrance del sistema proteccionista: si a él o a D. Laureano Figuerola”.
 
Gabriel Rodríguez sería, sin embargo, conocido en su época por una circunstancia peculiar de su vida: rechazó una cartera ministerial, hecho poco habitual en este país, como es bien sabido. Nuestro personaje fue diputado, senador y subsecretario de Hacienda en el gobierno provisional de 1868, cuando era ministro Figuerola. Se negó, sin embargo, a aceptar las ofertas, primero, del general Prim y, más tarde, de Ruiz Zorrilla para desempeñar él mismo una cartera. Pero nada hay como un autor de la época para describir tan curioso fenómeno. En su delicioso libroLos oradores de 1869 escribía Francisco Cañamaque: “¡Este es, éste es el que no ha querido ser ministro!Ustedes no lo creerán, dirán que me burlo, que no hay en nuestra política semejante fenómeno. Pues es lo cierto y lo honroso. Gabriel Rodríguez, que vive de su trabajo,no ha querido ser ministro, ha tirado por la ventana la cómoda y codiciada cesantía. Decididamente tendremos que levantarle una estatua para colocarla en medio del salón de conferencias para que resucite la dignidad y el pudor. …Aquí donde por una cartera se ven los milagros más estupendos, las apostasías más desvergonzadas, las flexibilidades más indecorosas; aquí donde hay ciudadanos que no viven sino para ser ministros… aquí que debería haber tantos ministerios como españoles, un hombre se alza sobre los demás, y afirmando sobre sus orejas las doradas gafas, grita incomodado, furioso: “Que no quiero ser ministro, que no me da la gana de ser ministro. ¿Lo oyen ustedes?”

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