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Francisco Cabrillo

Veblen y sus alumnas...

Pero lo que fue uno de sus mayores encantos acabaría siendo también una de las causas –aunque no la única– de su desastrosa carrera como profesor universitario

Se ha llegado a decir que Thorstein Veblen es a la economía lo que Jonathan Swift es a la literatura: un maestro en el arte de la sátira. Nació nuestro personaje en 1857 en Cato, Wisconsin. Hijo de inmigrantes noruegos de condición muy modesta, el joven Thorstein pasó su infancia en un ambiente rural. Parece que era un niño solitario, ávido lector, que se relacionaba poco con la gente, rasgos que, por cierto, mantuvo a lo largo de toda su vida; sabemos también que tardó bastante en hablar un inglés correcto, ya que su lengua materna era el noruego y que, en cierto sentido, nunca estuvo plenamente integrado en la sociedad norteamericana de su época.
 
Era Veblen un hombre inteligente y de gran cultura, por lo que, a pesar de sus desventajas iniciales, cursó sus estudios con brillantez y logró en 1884 el doctorado por la Universidad de Yale. Pero entonces su carrera profesional se estancó. Durante siete años no hizo otra cosa que leer y tratar a un número muy limitado de amigos... y, eso sí, tuvo no pocos éxitos con las mujeres, que siempre lo consideraron un tipo muy atractivo. Las fotografías de estos años representan a un hombre con barba y gruesos bigotes, cabello lacio, peinado con una llamativa raya al medio y una expresión a mitad de camino entre la ironía y la sexualidad que explica, por sí misma, su éxito entre las féminas. Pero lo que fue uno de sus mayores encantos acabaría siendo también una de las causas –aunque no la única– de su desastrosa carrera como profesor universitario.
 
Nunca, en efecto, logró una cátedra. Donde más cerca estuvo de conseguirlo fue en la Universidad de Chicago. Allí enseñó economía política durante catorce años, entre 1892 y 1906. En esta época publicó la que es, sin duda, su obra más importante: la Teoría de la clase ociosa (1899). De este libro se han escrito muchas cosas. Para algunos es una sátira de la nueva clase empresarial norteamericana que estaba surgiendo en aquellos años y que sería la que sentaría las bases de la potencia industrial y financiera de los Estados Unidos en el siglo XX. Otros, en cambio, consideran que se trata de uno de los libros más brillantes de sociología económica que se hayan escrito nunca, en el que su autor, tras un estilo aparentemente desenfadado, plantea cuestiones tan fundamentales como la naturaleza misma del hombre económico en una sociedad moderna o los problemas internos que surgen entre los diversos grupos que protagonizan la actividad económica. Muchos han tratado de encontrar semejanzas entre su obra y la de Marx. Pero no creo que haya demasiadas, a no ser, desde luego, la escasa simpatía que ambos sentían por los grandes empresarios y la sociedad organizada en torno a ellos. Veblen fue, además, siempre muy consciente de que el principal objetivo de las clases trabajadoras no era tanto una revolución que derribara las estructuras de la sociedad capitalista como su ascenso en ella y disfrutar de ventajas similares a las conseguidas por los grupos situados en su cumbre.
 
Estas ideas no eran, desde luego, las más adecuadas para realizar una carrera profesional brillante en el campo de la economía en los Estados Unidos de la transición del siglo XIX al XX. Pero su salida poco honorable de la Universidad de Chicago en 1906 tuvo más que ver con su aspecto más atractivo, su éxito con las mujeres, que con sus ideas sociales y económicas. Veblen acabó, en efecto, siendo expulsado de la universidad por mantener relaciones sexuales con sus alumnas. Y no hay que ser un gran conocer de la vida y la sociedad norteamericana de hace cien años para comprender que el hecho de que un profesor acabara en la cama con una estudiante no causaba precisamente gran entusiasmo entre las autoridades académicas.
 
Puso entonces tierra por medio y se trasladó a explicar economía a Stanford, donde sólo pudo estar tres años. Sus opiniones no podían gustar, desde luego, en una universidad privada creada por un empresario, que siempre se ha distinguido por su interés por los temas empresariales. Luego pasó unos años en Missouri y acabó recalando en laNew School for Social Research de Nueva York, centro más proclive a sus ideas, en el que dio por finalizada su accidentada vida académica en 1926. Falleció Veblen en 1929, muy poco tiempo antes de que la Gran Depresión sacara de nuevo a la luz sus obras y algunos reivindicaran su figura de profeta de la crisis del sistema capitalista. Más de una mujer, ya entrada en años por entonces, le dedicó, sin duda, un recuerdo cariñoso.

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