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Francisco Capella

Alabanzas sindicales

A los colectivistas no les da vergüenza echarse flores a sí mismos, y como no hacen gran cosa de forma individual, hasta se felicitan a sí mismos en plural por todos sus "logros sociales" (que siempre consiguen de forma coactiva). Un caso especialmente grave es el de los nocivos sindicalistas españoles. Casi no tienen afiliados y mucha gente está harta de sus privilegios y su nefasta influencia. No conectan con los jóvenes, lo cual es extraño si éstos están tan indefensos y les ofrecen servicios tan maravillosos. Como no reciben alabanzas del exterior, necesitan periódicamente celebrar ellos solos lo encantados que están de conocerse. Y eso acaba de hacer Jose María Fidalgo con motivo del aniversario de su sindicato, CCOO. Son narcisistas incurables que se atribuyen a sí mismos todo el progreso social, y además se consideran imprescindibles.

Uno de los principales problemas de la economía española es la rigidez y la falta de libertad en las relaciones laborales, pero no importa: los sindicalistas, esencialmente reaccionarios, exigen más de lo mismo. Ni hablar de desregulación, ni de negociación individual ("un retroceso al siglo XIX"), ni siquiera de negociación a nivel de empresa; todo debe hacerse por sectores. Advierte Fidalgo que "Una reforma de convenios por la fuerza tendría una dura respuesta". La amenaza es la principal arma de estos "liberados" de la necesidad de trabajar.

"Hoy, las reivindicaciones de CCOO son empleo estable, seguro, sin riesgos y con derechos". Aspiran a un mundo utópico e irreal, sin riesgos, sin cambios, y por lo tanto sin oportunidades. No entienden que ningún empresario puede tener garantías de que su empresa va a tener beneficios indefinidamente, ya que las preferencias de los consumidores son variables e impredecibles. No aprenden que dificultar el despido equivale a dificultar la contratación. Olvidan que el objetivo de la actividad económica es crear riqueza, y que el empleo es sólo un medio para ello y no un fin en sí mismo. Pretenden defender el capital humano (según ellos no hay "buenas direcciones de recursos humanos") y con sus absurdas y antieconómicas exigencias consiguen que los empresarios se vayan a otros países o que sustituyan la mano de obra por máquinas.

Fidalgo convoca "a las personas a la participación activa en defensa de sus intereses". Ya lo intentamos, camarada, pero es que no conseguimos quitarnos de encima a los sindicalistas. Dicen que ellos conocen nuestros intereses mejor que nosotros mismos. Y nos convocan a celebrar con ellos su aniversario. Por mi parte ni me alegro ni pienso enviarles ningún regalo.

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