Menú
Francisco Capella

Riñones, trasplantes y libertad

Matesanz muestra su indigencia intelectual al comparar la venta voluntaria de un órgano a la esclavitud (denigrando así a los auténticos esclavos) y su intolerancia personal al intentar imponer criterios morales que otros no comparten en absoluto.

La insuficiencia renal crónica es un problema mortal para muchas personas; otras sufren limitaciones por depender de la diálisis. Sin embargo se realizan relativamente pocos trasplantes de riñón porque hay mucha más demanda que oferta: el número de donantes (vivos o fallecidos) no es suficiente y hay largas y dolorosas listas de espera. Los estatistas colectivistas agravan el problema al negar la libertad individual y el derecho de propiedad de cada persona sobre su propio cuerpo, impidiendo un mercado libre de órganos que incentive la oferta y la ajuste a la demanda. La libertad consiste en oponerse a las agresiones violentas y respetar las decisiones ajenas, no en prohibir lo que a algunos les parece repugnante.

Recientemente se anunció en Holanda un programa de televisión escandaloso y muy criticado, el Gran Show del Donante: una donante a quien le quedaba poco tiempo de vida quería tener un gesto altruista (afirmaba que recientemente un amigo suyo murió por no recibir un riñón a tiempo) e iba a ofrecer un riñón sano al ganador del concurso entre tres enfermos renales; el mejor candidato sería elegido por la donante ayudada por el público. Resultó ser un montaje para sensibilizar a la población para que done sus órganos.

La Comisión Europea lo calificó "de muy mal gusto". La presidenta de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades de Riñón de Madrid, Iluminada Martín Crespo, lo calificó de "barbaridad", insistiendo en que donación es "regalo" y cualquier cosa diferente es "absurda y muy perjudicial para las campañas de sensibilización". "En España tenemos la mejor ley de trasplantes del mundo y no debemos dejarnos influenciar por este tipo de programas y perder algo tan bonito como es el regalo de la vida". Las personas que muestran no saber pensar bien podrían tener algo más de cuidado al calificar ciertas ideas como absurdas: la vida es bonita, y regalarla aún más, pero legalizar la compraventa de órganos (o al menos poder elegir a quién donas el tuyo) no implica prohibir su regalo sino permitir que las personas escojan libremente; los adultos ya son mayorcitos para decidir qué influencias reciben. La valoración de nuestra intervencionista ley de trasplantes (bien engrasada con mucho dinero) es como poco subjetiva y muy particular, y quizás sólo sea la menos mala entre las muy malas de los demás países. Las campañas de sensibilización tranquilizan conciencias pero no resuelven problemas y pueden agravarlos, así que merecen ser criticadas cuando están equivocadas.

Según la ministra de Sanidad, Elena Salgado, este programa "sobrepasa todos los límites éticos"; "si esta situación se diera en España no cabe ninguna duda de que el Ministerio de Sanidad hubiera actuado para impedir la emisión. Mediante los medios judiciales necesarios seguro que conseguiríamos que el programa no saliera en antena". Adiós a la libertad de expresión, censura sin tapujos propia de su talante totalitario e intolerante. Para la ministra "la consideración de la medicina como espectáculo debe llevarnos a una reflexión profunda", de la cual ella es obviamente incapaz.

Ronald Plasterk, ministro socialdemócrata holandés de Enseñanza, Cultura y Medios de Comunicación lo calificó de "indeseable y poco ético", pero al menos reconoció que la constitución holandesa no le facultaba para censurar contenidos audiovisuales. Según él, el elemento competitivo del programa (que los posibles receptores tengan que ganarse los favores del público) es indeseable y convierte casi en una rifa lo que debería ser un gesto altruista. Lo que es realmente aberrante es que los políticos nos digan lo que podemos querer o valorar (indeseable: que no se puede desear), y lo que las cosas deben ser. El altruismo no es tan estupendo cuando se hace obligatorio y se prohíben las alternativas.

Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes, expresó su rechazo, calificándolo de "compra-venta de órganos" y "comercialización aberrante". Respecto al turismo del trasplante, una de las mayores preocupaciones de la Organización Mundial de la Salud, Matesanz declara rotundo que "en cualquier caso, es inmoral"; "es una forma de esclavitud, cuerpo humano a cambio de dinero". Y advierte de los riesgos al comprador occidental: "El donador altruista descubre su salud. Si ha tenido cualquier enfermedad, lo declara. Al que vende un órgano, le da igual no declarar que ha tenido una infección". "Hay bases para criminalizar estas actividades", afirma Luc Noel, coordinador de trasplantes de la OMS, organización que defiende que los órganos son un bien de la comunidad, no un objeto de negocio.

Matesanz parece ser un gran nefrólogo y poco más. No parece entender muy bien los conceptos económicos y éticos de compra-venta y comercialización, no aplicables a este programa televisivo. No pierde la ocasión de demonizar un mercado libre de órganos, sobre todo porque él es uno de los principales burócratas estatales encargados de impedirlo. Muestra su indigencia intelectual al comparar la venta voluntaria de un órgano a la esclavitud (denigrando así a los auténticos esclavos) y su intolerancia personal al intentar imponer criterios morales que otros no comparten en absoluto. Es típico de los liberticidas utilizar referencias inconcretas a la moral y la ética para descalificar lo que no les gusta e insistir en que les parece inaceptable que otros opinen de forma diferente. Olvida mencionar que los riesgos potenciales de contagio se deben a que la ilegalización hace que surjan mercados negros sin información transparente ni controles de calidad. La OMS deja muy claro que el comunismo sigue vivo en lo más personal, el propio cuerpo.

En Sociedad

    0
    comentarios