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Francisco Pérez Abellán

A la casilla de salida

El juez al frente de la investigación por la desaparición de Diana Quer ha estallado.

El juez al frente de la investigación por la desaparición de Diana Quer ha estallado, según informa la prensa digital, y pide que se repitan todos los interrogatorios, incluidos los de la familia. De ser cierto, feriantes de A Pobra do Caramiñal, transeúntes, amigos, familiares y sospechosos deberán ser interrogados otra vez, por si ahora dicen lo que olvidaron o no pudieron contar. Es una de esas noticias de este caso sorprendentes, poco contrastadas y quizá simplemente tomadas a la ligera con escasa veracidad. Quizá una filtración más, manipulada por los frikis que se enseñorean de las noticias.

Sin embargo, es cierto que el juez ha estallado, aunque no sabemos a estas horas si de verdad va a repetir todo desde el principio. Sería la primera vez que algo así se hace por la vía judicial. Lo más fácil cuando se llega con un caso a donde se ha llegado con el de Diana Quer es que, dado que no hay nada, se archive; esto es: que se cierre. Yo, en cambio, soy partidario de que comience la investigación de nuevo.

En España, estoy harto de decirlo, no se investigan bien los desaparecidos, de hecho se encuentran muy pocos (uno, ninguno). Las asociaciones de desaparecidos hace nada denunciaban que había hasta quince mil casos sin resolver, pero a raíz de una reunión con el taumaturgo Zoido, nuevo ministro del Interior, llena de cortesía y buenas intenciones, aceptaron una quita que ha dejado los casos de desaparecidos en algo más de cuatro mil, sin que se sepa qué ha pasado con los otros que no han sido encontrados. A su vez, Zoido ha prometido un Centro Nacional de Desaparecidos que ya tarda en ponerse en marcha, y mientras, asuntos como el de Diana Quer languidecen tras un largo historial de errores, falsas expectativas, filtraciones interesadas y anuncios fallidos de inminente resolución.

En el plano judicial, continúa el secreto del sumario, que ahora sabemos que el secreto es que no hay secreto, o vamos, que no tiene nada dentro. Y vivimos una fantasía animada en la que siniestros personajes han anunciado que el teléfono de Diana, un iPhone en el que no hay quien encuentre la contraseña, había sido desencriptado, como pasó con el del terrorista por el que el FBI pagó un millón de dólares, pero aquí sin poner un duro, gracias al hijo de uno que estudia informática. Naturalmente, todo ha resultado falso y la conclusión ha molestado a Su Señoría, a quien también le cargan las continuas filtraciones de la nada en la que quedan las investigaciones. Por mi parte, deseo subrayar que a lo mejor la pista buena es la de la droga, es decir, que los responsables de la desaparición tengan que ver con la actividad criminal, dado que está en una zona donde existe mucho tráfico y donde no se explica que no haya un confidente que ofrezca una pista entre camellos y trapicheo inevitable en las zonas de fiesta como era la de A Pobra cuando Diana desapareció.

De modo que el colofón es que otra vez se difunde que la madre de Diana, pobre señora, opina que su hija está viva y que se ha ido a los Estados Unidos por motivos que no puede revelar, cosa muy respetable, dado que en la situación a la que se llega en la familia de un desaparecido se puede decir cualquier cosa. No obstante, la realidad es que la anterior cúpula de la Policía, la de la guerra de los comisarios, encabezada por el senador Ignacio Cosidó, con el DAO (Director Adjunto Operativo) Eugenio Pino, adiós a las armas, inventó una brigada de revisión de casos mal resueltos como el 11-M, el Faisán o el de Marta del Castillo, con la mala fortuna de que luego perdió los papeles, porque durante su gestión unas cosas se perdían y otras aparecían donde no deben como el pen drive de los Pujol, en una caja sin doble fondo. Es verdad que fue un engendro muy raro que no tenía como objetivo mandar las averiguaciones al juez, pero prueba evidente de que lo mejor cuando un asunto entra en la espiral de la atonía, el despiste y el desánimo, lo mejor es empezar de nuevo. Aquí hay que volver a la casilla de salida. Eso sí, con nuevos jugadores.

En España

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