Hace unos días un grupo de clientes del conocido abogado José María Garzón Flores, frecuente colaborador de Atresmedia, presentó una denuncia en la Fiscalía por graves cargos, entre ellos "presunta estafa y deslealtad profesional". A Garzón le llega esta denuncia cuando está inhabilitado durante tres meses y medio para el ejercicio de su trabajo por otro asunto. Es la primera vez que un grupo tan numeroso de clientes denuncia tan peculiar modus operandi de un profesional del Derecho, que supuestamente consiste en ofrecerse gratis para acabar pasando una minuta millonaria. Cosa que el Colegio de Abogados no ha logrado neutralizar. La Fiscalía ya ha avisado de que, dado que algunos asuntos han sido tratados judicialmente, van a archivar la denuncia. y de que, si se considera oportuno, se debe reconducir al juzgado, mientras la ponen en antecedentes del Colegio de Madrid por si cabe sanción.
Entre los personados están protagonistas de casos muy mediáticos, como Alicia Hornos, madre de Rocío Wanninkhof; Mar Bermúdez, madre de Sandra Palo, y la ex Miss España Vania Millán… Alicia Hornos afirma que recibió una llamada de Garzón Flores en la que se ofrecía a llevarle la acusación por el asesinato de su hija completamente gratis, pero que al enterarse de que el abogado iba a los platós de televisión sin consultarle, y ante la sospecha de que pudiera cobrar por ello sin su permiso, decidió romper la relación. En ese instante, Alicia tuvo un tenso enfrentamiento con el letrado, que acabó advirtiéndole: "Te voy a presentar la minuta". Dice que pensó que serían unos miles de pesetas, o a todo lo más un millón, pero la sorprendió con una factura de ocho millones y medio.
Entre los denunciantes está también una famosa periodista de televisión a la que el abogado le ha embargado el piso de su hija para cobrarle unos honorarios que ella afirma le anunció serían sin coste. Ante este aluvión, parece imposible entender por qué no hay elementos de control, si es que se rompe la presunción de inocencia y se demuestra que los afectados tienen razón.
En mi carrera profesional he conocido magníficos abogados, generosos y entregados, a los que aprecio y admiro, que han ganado casos difíciles simplemente por prestigio y justicia, pero también otros denunciados y encarcelados. A día de hoy, tal y como en tiempos se hablaba de forma crítica de "jueces estrella", se manejan conceptos como el de abogado mediático, que lo único que quiere decir es que sale por la tele. En otros países, como en USA, la preponderancia de algunos abogados en la vida social es tal, y tan puesta en cuestión, que la película Capitán Garfio, de Steven Spielberg, protagonizada por Dustin Hoffman, empieza con un chiste: "¿Saben ustedes que a partir de ahora los laboratorios ya no van a hacer experimentos con ratas porque a la gente le dan pena? A partir de ahora los experimentos se harán con abogados, que no le dan pena a nadie". Para mí, esto que se dice de Garzón Flores es una parte oculta y casi increíble, por más que lleve dos décadas de rumores. Una faceta escondida de un abogado con respetable imagen que de pronto proyecta una forma de actuar que, de confirmarse, es incompatible con el ejercicio de la abogacía, más allá de cualquier chiste.
Soy consciente y he presenciado el sufrimiento de Mar Bermúdez y Francisco Palo tras el asesinato de su hija, así como el calvario de sus avatares legales. En el caso de Alicia Hornos, el resultado es igualmente sangrante: no solo le asesinaron a la hija y han sido incapaces de satisfacer su ansia de justicia, sino que con los trámites de abogado la han arruinado y hacen que viva su jubilación pagando costas. De Garzón Flores puedo decir que fui el primer periodista que le hizo una entrevista con toga en el Palacio de Justicia de Valencia, donde se ofreció a los padres de las niñas de Alcácer, a los que acabó pasando una minuta de once millones de pesetas, que no pudo cobrar porque la sección tercera de la Audiencia los declaró "indebidos". De modo que lo nuevo no sería el procedimiento sino la denuncia. A partir de ahora, si un abogado se le ofrece gratis, que se lo dé legalmente por escrito.