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Francisco Pérez Abellán

El juicio de Asunta

Porto estaba sobrepasada por la adopción de su hija china, que había realizado por el deseo de sus padres.

Se han cumplido dos años de la muerte de Asunta, la niña de origen chino muerta en Santiago de Compostela, y su madre, Charo Porto, ha puesto una breve esquela ("Te querré siempre. Mamá") en la prensa a solo unos días de ser juzgada por ello. La promesa de amor de este recuerdo no encaja en dos hechos relevantes: que la pequeña pasara su último verano apartada de su madre y que se tardaran meses en recoger sus cenizas del tanatorio, cosa que al final tuvo que hacer el abogado de la defensa.

La imputación judicial habla de un plan conjunto con su entonces marido, Alfonso Basterra, que llevó al homicidio. Pero resulta imperativo subrayar que existe un elevado riesgo de que se suspenda el juicio de nuevo por problemas en la elección del jurado. La clave del mismo, si empieza el próximo día 29, es si hay suficientes pruebas para demostrar la imputación. Hay quien dice que la pareja que se sienta en el banquillo saldrá libre porque ellos no fueron y por tanto no puede probarse nada. Sin embargo, el juez y novelista Vázquez Taín los metió en prisión y allí cumplen dos años, sin que los intentos de la defensa para sacarlos en libertad hayan tenido éxito. ¿Es posible que a pesar de este largo encierro resulte que no hay materia suficiente para condenarlos?

Asunta, según el auto de procesamiento, estaba siendo intoxicada con lorazepam, un medicamento que normalmente se receta para inducir el sueño. Fuertemente drogada con esto, pudo ser asfixiada con un objeto blando como una almohada. Contra el padre, Alfonso Basterra, periodista dedicado a notas turísticas, está el hecho de que preparaba las comidas de la familia y que, según se imputa, pudo introducir la droga espolvoreada en la última comida de la niña. Contra él hay cosas como que mintió a las profesoras de música diciendo que su hija adoptiva tomaba medicación contra una alergia que no sufría, el hecho de que compró grandes cantidades de lorazepam y la desaparición de su ordenador personal, del que fue borrado el contenido, que luego apareció de repente en una extraña maniobra en el piso que había sido peinado por los investigadores, sin que encontraran nada.

El juez Tain argumenta que el matrimonio actuaba de mutuo acuerdo. La parte de la madre se complica en el traslado de la niña a la casa de Teo, zona de descanso de la familia, del que hay imágenes que retratan supuestamente a madre e hija en el interior del vehículo de Porto, cuando ella misma había contado algo muy diferente a la Policía. Como dato significativo, en la casa de Teo fue encontrado el rollo de cinta supuestamente utilizado para atar a la niña antes de darle muerte. ¿Puede esto ahorcar el procedimiento?

Porto estaba sobrepasada por la adopción de su hija china, que había realizado por el deseo de sus padres, ya fallecidos, de tener una nieta. Tanto ella como Basterra dan signos de agotamiento en sus funciones. Una vez en prisión, ninguno de los dos se apresura a recoger los restos de la hija. En el campo más llamativo está el hecho de que Charo, la primera vez que sale de la cárcel para ir al médico, elige un traje rojo chillón que no concuerda con alguien que está sufriendo un duelo. Para el juez instructor no cabe duda de lo que pasó, y eso da paso a un juicio con un número muy elevado de testigos, 86, y nada menos que 60 peritos. Una exageración. Aunque en un principio parecía que el matrimonio podría enfrentarse unido a las acusaciones, posteriormente se rompió, y ahora cada defensa parece mirar por sus intereses. Esto da paso a la expectativa de que en la vista oral pudieran echarse en cara algún secreto.

El excelente penalista José Luis Gutiérrez Aranguren reclama la inocencia y puesta en libertad de su defendida. Habla del sufrimiento que padece en la cárcel e incluso de la nulidad de todo el proceso. Por su parte, la abogada de Basterra no menudea sus declaraciones, no aparece en los medios de comunicación y guarda silencio, a la espera de que se inicie el juicio.

¿Quién mató a la niña Asunta? La Asociación Clara Campoamor, de defensa de la mujer y de la infancia, que ejerce la acusación privada, horrorizada ante el sufrimiento de la niña, pide la máxima pena y considera válido el planteamiento del instructor. Reivindica la españolidad de la pequeña, a la que su madre recuerda con una esquela que utiliza el nombre chino, Yong Fang, y no incluye mención alguna a Basterra. Asunta era en realidad una niña gallega y española adoptada por unos padres que pasaron de presumir de la adopción a estar encarcelados.

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