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Francisco Pérez Abellán

El vicio solitario

Hay que exigir que se explique al momento cuáles son los peligros que nos acechan en internet, para que todos podamos evitarlos.

No hablo de pederastas ni de otros delincuentes del cibercrimen sino de gente normal, como usted o como yo, que de pronto estamos solos en casa, ponemos el ordenador para chatear o navegar un rato y salta un mensaje amenazador que no sabemos identificar como un virus. Aparece un gran escudo de la Policía y una frase condenatoria: "Su dirección IP ha sido registrada en webs ilegales orientadas a la difusión de la pornografía infantil". Tu ordenador queda bloqueado, como tu coche si conduces borracho. Y casi te caes de culo. Hasta puedes sentir la tentación de tirarle un zapato a la pantalla.

La cosa está tan bien hecha que crees que en cualquier momento va a llegar la policía .Y aunque eres consciente de que nunca has visitado una página de pornografía infantil, te estremeces de terror por el mismo mecanismo que se te hiela la sangre en las venas cuando te para la Guardia Civil en la carretera. "¿Qué habré hecho mal?", te preguntas. El aviso te informa de que, pagando 100 euros de multa, la pantalla será desbloqueada. Eso lo hace todavía más creíble: "Sin duda es Montoro", te dices. Y te preguntas: ¿será verdad?

Se trata de un timo enorme, salido de la mente de un pirata ruso, al que han capturado en Dubai. El resto de la banda, que operaba en España y en otros 21 países, con decenas de miles de mensajes de extorsión, estaba en Marbella: seis rusos, dos georgianos y dos ucranianos. Casi la URSS al completo. Ganaban más de un millón de euros al año, y eso que solo pagaba el 3% de los extorsionados. También descubrieron una manera de blanquear dinero a través de la red.

El tráfico, almacenamiento o intercambio de fotos porno de pequeños es muy grave: es punible el mero hecho de tener ese material. Yo de ustedes, si conocen a alguien en el vicio, le aconsejaría que se pusiera un parche de nicotina y cambie de afición.

Fuera de eso, durante más de un año, aunque soplaban rumores aquí y allá, hemos estado expuestos a llevarnos la sorpresa y vivir angustiados, pensando que después del anuncio de los rusos, que antes escribían novelas muy buenas y ahora dan timos geniales, dos agentes virtuales saldrían del ordenador para ponernos las esposas.

Si por casualidad y sin darse cuenta ha entrado alguna vez en webs con nombres tipo Fantasías animadas de los golosos y las guapas, Sexos increíbles y mentes despiertas o Nunca las he visto más grandes y que pesen menos, yo que sé, seguro que tiene cierto peso en la conciencia. Estos mujiks timadores alientan el sentido de la culpa, y es probable que en cualquiera de esas inocentes páginas de erotismo homologado hayan introducido un cebo. Lo que solían hacer era contratar un banner de publicidad, y allí ponían la clave para que el virus de la policía, un ransomware (de ransom, "rescate"), un virus soviético que surgió en la madrecita Rusia en el 2005, se subiera a bordo y te hablara en tu idioma. Un ciberdetective, que ayuda contra el crimen, ha advertido de que esto no ha hecho más que empezar.

Digo yo que el servicio de delitos telemáticos de la pasma informó cíclicamente del asunto, pero sin demasiada insistencia ni empeño. De modo que muchos quedamos descubiertos, vulnerables, como estuviéramos de nuevo en los tiempos de la picota y los rollos judiciales a la entrada de las poblaciones.

Hay que exigir que se explique al momento cuáles son los peligros que nos acechan en internet, para que todos podamos evitarlos.

En España

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