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Francisco Pérez Abellán

La momia metáfora de España

Parece mentira que, a la luz de lo que han perpetrado con la momia de Prim, no haya protestado la Academia de la Historia, ni el Ministerio de Cultura.

Mi admirada doctora en medicina legal y forense Marimar Robledo Acinas acaba de publicar la ampliación de su informe sobre el asesinato de Prim en un libro, Las muertes de Prim (Tébar Flores, 2014), presentado en la Casa del Libro de la calle Fuencarral y que firma junto a su marido, Ioannis Koutsourais, el fotógrafo que mejor ha ilustrado una investigación forense. Libro que les aconsejo a todos como de imprescindible lectura.

Marimar combate en su estudio el aserto que predican los nuevos ignorantes: "El hioides es un cartílago", firma José Antonio Sánchez, presidente de la Asociación de Antropólogos Forenses de España, sin ningún mérito para ello, que todavía no ha dimitido pese a la grosería y tosquedad de su contra-informe sobre Prim. También firma el anterior aserto el odontólogo Bernardo Perea, director de la desprestigiada Escuela de Medicina Legal y Forense de la Complutense, y otras cuatro supuestas eminencias forenses más, que no se preocuparon de repasar el trabajo antes de rubricar el fiasco de sus errores, lo que los deja a los pies de los caballos.

Sánchez, que fue durante muchos años la sombra turbia del gran antropólogo forense, este sí, doctor Reverte Coma, ha citado a los que todavía forman parte de su asociación de forma incomprensible para una cita anual en la que piensa llevar como remate de su desvarío científico al falso catedrático de historia Emilio de Diego García para hablar del desastre de lo que han hecho con el más valiente de nuestros soldados. La verdad es que no podía haber elegido peor para el tamaño de su despropósito.

Parece mentira que, a la luz de lo que han perpetrado con la momia de Prim, no haya protestado la Academia de la Historia, ni el Ministerio de Cultura, ni el de Justicia, que como, se ve, a efectos históricos no existen. Tampoco el ministerio del Ejército, que ha permitido tamaño deshonor al más laureado de nuestros soldados, que ofreció la vida por la patria, tal vez porque la ofensa proviene de los sectores más soberanistas de CiU, que en la España de la gran crisis hacen lo que se les pone en la estelada.

En Cataluña mienten sin que nadie les conteste y manipulan la historia. Un simple menestral del consell municipal de Reus viene a Madrid en busca de forenses que le hagan el juego, dado que no es capaz de conseguir en la propia Cataluña, que tiene su propio Instituto de Medicina Legal y Forense, doctores que estén dispuestos a prestarse a semejante contrafuero, y enseñando su propósito recaba opiniones que destruyen la buena fama que en su día tuvo la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, hoy convertida en una fosa común, llena de cadáveres malolientes, mandada en departamentos emblemáticos por gente de ningún rigor científico.

La momia de Prim, a la que han violado y enterrado con una sonrisa de dentadura postiza, patética e impropia, es una metáfora de España. Imagen distorsionada de la nación por la que Prim siempre se mostró dispuesto a morir y al que ofenden quienes lo manipulan a base de mentiras. En la celebración de su bicentenario han profanado su aspecto, aprovechando que actúan como quintacolumnistas en el Instituto Cervantes de Nueva York o en la Generalitat catalana, donde paga los sueldos España para que traicionen su historia, su cultura y su reino. Los que representan a España, y mandan por representación de ella, conspiran y lanzan consignas como esta de mentir sobre la historia. Prim era un patriota. El soldado que recoge la bandera y se lanza contra la morisma, el enemigo de entonces, a quien los componentes del regimiento Córdoba, que están perdiendo la batalla, siguen a vencer o morir. Estaban perdiendo, pero sin traidores entre ellos, remontan y ganan. " Soldados: ¿Vais a dejar morir a vuestro jefe?". "Podéis dejar las mochilas que son vuestras, pero no se puede abandonar la bandera de la patria", como recuerda el genial Pedro Antonio de Alarcón, que estuvo allí, en sus memorias de África. No dejaré que me roben este orgulloso recuerdo.

La doctora Robledo expone el fruto de su investigación en Las muertes de Prim, donde hay un varapalo a científicos que han abdicado del rigor y que tendrá que ser valorada en el extranjero y reconocida por quienes vengan de fuera sin prejuicios, candidata a la Legión de Honor francesa, por supuesto, por haber sido pionera en el retrodiagnóstico criminológico, dado que en España reina en este momento el más rastrero afán cortesano, la manipulación histórica y la ignorancia por la que se sufre persecución. Llenos de apatía e inmovilismo, condenan a las generaciones futuras a la confusión.

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