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Francisco Pérez Abellán

Los Bretones

'Si me dejas te haré lo mismo que hizo José Bretón'. Fue la amenaza de un joven sevillano a su esposa de origen ruso.

Si me dejas te haré lo mismo que hizo José Bretón. Fue la amenaza de un joven sevillano a su esposa de origen ruso. Nadie diría que lo de Bretón, aquel perturbado de Córdoba que mató a sus hijos y los quemó en la finca familiar de Las Quemadillas, crearía escuela. El presunto asesino sevillano vivía en Alemania, no encontraba trabajo como su homicida admirado y en cambio la mujer aprendió alemán y trabajaba en una fábrica. Como Bretón. Tipos a los que gusta la dominación y no el trabajo.

Al neófito del nuevo síndrome le gustaba presumir de padre aunque no le gusten los niños por el qué dirán. Se encargó de tutelarlos de vez en cuando y en una de esas les dio cruel muerte. Si Bretón estuvo a punto de escapar porque la forense de la Policía confundió los huesos requemados de los niños con huesos de roedores y sus jefes no andaban acertados, en el caso del imitador fue la propia madre, una joven bella, desorientada y confundida, la que encontró a sus hijos muertos. Enseguida se supo que era el presunto y se intuye lo que pasó hasta que sea oficial con el juicio. El criminal se aprovechó de su superioridad, del hecho de ser el padre y de la confianza ciega de los pequeños.

En el caso de Bretón se llegó a pensar que había sufrido shock postraumatico en esas campañas que impulsaba Zapatero de paz en la guerra. Era un soldado de talla escasa capaz de fingir la mirada catatónica. Sin embargo, su juego no engañó a nadie. Fue condenado a una pena mayor pero la moraleja no ha trascendido con suficiente fuerza. Si alguien amenaza con matarte o hacerte mucho daño y si incluso le pone apellido a la ofensa, añadiendo "como Bretón" o "como Jack el Destripador", hay que creerle y denunciar. La violencia de género se recrudece pese a la lucha de más de dos décadas contra ella. Los Bretones, léase los discípulos de Bretón, siguen con sus amenazas con impunidad. El mensaje de alerta no llega pese a que nadie amenaza en vano. En Alemania tienen duras penas y buenos psiquiatras.

Recogen las flores del mal y atacan en los niños la libertad de sus madres. Todavía creen que pueden escapar a la justicia e intentan engañarla diciendo que los niños están desaparecidos o afirmando que se han vuelto tarumbas. Y sin embargo presuntamente son maltratadores, delincuentes en caso máximo que mediante el daño a los niños se vengan de estar perdiendo la batalla de la liberación de la mujer. Como en el caso Bretón, la esposa pagó con lo que más quería el ejercicio de sus legítimos derechos. La chica rusa está en tratamiento psicológico. Las autoridades tardan en reaccionar mientras pierden tiempo y recursos en la maquinaria burocrática o permitiendo que una máquina determine quién es un presunto maltratador en vez de confiar en la experiencia profesional. Muchos niños han muerto a manos de sus padres y de sus madres en actos de venganza, pero es la primera vez que alguien intenta poner de ejemplo a un cruel asesino para dar miedo. Y si le falla, como ha sido el caso, hacer el Bretón.

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