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Francisco Pérez Abellán

Pioz

En España no se trata de entender los crímenes; con suerte, se resuelven y pare usted de contar.

El escalofrío de que pueda matarse a toda una familia, descuartizarla y abandonarla muerta durante semanas en el interior de un chalet de Pioz, Guadalajara. La ansiedad de que un tipo muy joven, guapo, musculado, amable, que sonríe seductor, sea el principal sospechoso, pueda presuntamente degollar a sus víctimas, huir a Brasil, la tierra que no extradita a sus naturales, y escapar. La recompensa de que la Guardia Civil no solo descubra al sospechoso sino que, superándose a sí misma, sea capaz de hacerlo volver, en un hecho insólito, cuando un presunto asesino regresa por su castigo. Estado de euforia contenida y piedad por las víctimas.

En España no se trata de entender los crímenes; con suerte, se resuelven y pare usted de contar. Eso hace que se saquen pocas consecuencias y que la historia del crimen esté llena de incógnitas. El descuartizamiento de Pioz, en las primeras apreciaciones de los investigadores, y no como falsamente se acepta por fallo de los medios de comunicación, parecía cosa de sicarios, porque en los crímenes brasileños, en especial los organizados, se mandan recaditos a los adversarios: os vamos a trocear con el cuchillo de deshuesar, así quedan los que nos traicionan, o los que no pagan, o los que no obedecen…

Pero en España cuatro cuerpos en bolsas todavía sorprenden, aunque como digo no se estudian los crímenes para evitarlos. En el de Pioz, el bello joven que quería jugar al fútbol como Pelé y presuntamente acabó matando como el Carnicero de Milkwaukee dejó la escena del crimen llena de gazapos, faltas y chapuzas: olvidó su ADN en el cierre de las bolsas, sus huellas en la casa, y eso tan moderno de ir a matar con el teléfono móvil sabiendo que los guardias tienen aprendido lo de la triangulación, que sitúa al supuesto asesino junto a los cadáveres. El crimen geolocalizado. De modo que, una vez más, el enigma está resuelto pero no comprendido. ¿Por qué supuestamente Patrick mató a sus tíos y a sus sobrinos, dos niños muy pequeños?

Si se comprueba que es un psicópata, cosa fácil de averiguar, no solo por la escala de Hare sino porque los psicópatas provocan continuamente dolor en su entorno, se sabrá que el jugador chulito era un conquistador insatisfecho, que tal vez envidiaba la mujer y la familia de su tío y acabó por querer suplantarlo. Es algo que con seguridad podría darle vergüenza confesar, incluso a un tipo sinvergüenza capaz de mentir a toda su familia diciendo que no había hecho nada. Su tío Wolfran quiso enfrentarse a él para preguntarle la razón del crimen, pero el juez no lo creyó pertinente en el acto de reconstrucción. Una reconstrucción a la pata la llana, lo suficiente para establecer con solidez la culpabilidad, si la hubiere, pero no para comprender por qué un tipo que deslumbra con su poder físico tiene que recurrir a matar y descuartizar para aplacar sus deseos.

Tampoco sabemos lo que pretendía metiendo los restos en bolsas, aunque es fácil adivinar que en algún momento pensó que le sería fácil deshacerse de los cadáveres como si no hubiera pasado nada. Y tal vez contarle a su familia que los cuatro se habían ido con rumbo incierto. Pero la realidad del crimen es que es sucio, trabajoso, y el criminal siempre sale pringado. Los cuerpos pesan y son difíciles de manejar. El asesino múltiple optó por abandonar las bolsas en el salón una vez que se había duchado y cambiado con ropa del muerto para quitarse las salpicaduras de la muerte. ¿Por qué siente el impulso de matar un joven atractivo, agraciado y con la vida por delante? Entender el crimen, estudiarlo, es cosa de la Criminología, esa materia apasionante que en España se utiliza para tapar carencias. De confirmarse que la Guardia Civil, como se ha divulgado, ha resuelto por completo el enigma criminal, el aspecto esencial para entender la motivación pasa a las lagunas mentales que aduce el presunto. Agujeros negros que le hacen olvidar lo que no le interesa para que jamás se tenga el retrato completo de cómo se construye un asesino múltiple.

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