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Francisco Pérez Abellán

The Panama Papers

Se estrena nuevo periodismo sobre sospechosos de blanqueo y resistencia a pagar impuestos, salvo que se demuestre lo contrario.

Llegan de forma invasora y sorpresiva aluviones de información que se cifran en más de once millones de documentos. Una investigación periodística donde hace tiempo que no se investiga nada. Hay sobre todo información de cuentas en el paraíso fiscal de Panamá, que el ministro de Justicia considera que no es que sea un paraíso de evasión, sino que tiene una fiscalidad distinta. Creo que es el único ministro que lo cree, pero al menos es original. En España, un país que muestra una caída sin fondo de la actividad periodística e informativa, nadie se sorprende de que este tsunami lo lidere el Consorcio de Periodistas de Investigación, entidad que muchos periodistas ignoraban que existiera. No obstante, como se impone con rapidez y en medio del silencio de los corderos, lo que viene de fuera, aunque huela, se da por bueno. El único Consorcio hasta ahora era el de Mocedades.

Eso sí: la confusión es máxima y se ignora si los que aparecen en la lista han cometido delitos, si sus supuestos delitos están vigentes o prescritos y si la información, esto es importante aunque nadie le da importancia, se ha obtenido por medios lícitos. En las películas, si la Policía detiene al asesino cometiendo un delito no tiene otra que ponerlo en libertad. ¿Qué pasa, entonces, si la información ha sido hackeada, que es la forma bonita de decir robada? Si este fuera el caso, ¿sería fiable?

No se sabe, y además se apunta que los dineros podrían estar en orden porque los propietarios habrían podido acogerse a la amnistía de Montoro. Entonces, ¿es censurable tener una cuenta en Panamá? El país incluso se considera amigo preferente, porque allí empresas españolas construyen la ampliación del Canal. ¿Se presume que podría haber delito? A priori, no. Entonces, ¿por qué se apresuran a dar tantas explicaciones algunos de los que figuran en la lista? Hacienda no lo sabe y se hace de nuevas, o eso dice.

A Pedro Almodóvar le han pringado el estreno, a Bertín Osborne lo han puesto de mala leche, a doña Pilar de Borbón la comprometen, tal y como está ahora de comprometida la familia real. En un país donde las grandes entrevistas las hacen los no periodistas, como el propio Bertín o Risto Mejide, donde la información sobre el "adiós a las armas de ETA" la da la cuentachistes Paz Padilla, donde los análisis sociológicos son de Kiko Matamoros y los equipos de investigación desaparecen porque son caros, el nuevo modo de hacer periodismo es el del Consorcio. ¿Y qué es el Consorcio? ¿Se entra por invitación? ¿Hay que pagar algo o cobra el periodista que forma parte de él?

Al ministro Soria le han hecho la pascua, a Álex Crivillé lo han tirado de la moto y encima el Consorcio informa con el sistema de goteo, y parece que guarda la traca para el final. Mientras, los grandes medios ni lo huelen. Algunos periodistas independientes se sorprenden de la que se ha armado y de que sea tan fácil barrer el suelo patrio. Incluso ahora que el FBI contrata hackers (piratas) para destripar los teléfonos de Apple se habla de que los servicios secretos podrían estar al fondo, pero ahí están los periodistas del régimen para hacer de acusicas contra los conspiranoicos.

Aunque la cosa llega de fuera aquí, tiene franquicia, de modo que The Confidential y The Sixth TV, donde hasta ahora estaba Manu Marlasca Jr., de jefe de investigación, son los representantes de lo que sin duda es más que una exclusiva en la Piel de Toro y hay que felicitarles. Se estrena nuevo periodismo sobre sospechosos de blanqueo y resistencia a pagar impuestos, salvo que se demuestre lo contrario. ¿Qué está pasando aquí? Es un caso para el comisario Marhuenda.

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