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Franklin López Buenaño

Análisis de la primera vuelta electoral

El "triunfo" de Gutiérrez deslegitima el movimiento "forajido", como se ha llamado a la movilización que dio lugar al derrocamiento de Lucio. Hoy está claro que el pueblo no se involucró en las marchas del 20 de abril de 2005, sino que fue más bien testig

Oficialmente, Álvaro Noboa (que obtuvo el 25% de los votos) y Rafael Correa (23%) serán los contendientes en la segunda vuelta electoral. La sorpresa de la jornada la dio Gilmar Gutiérrez (16%), hermano del defenestrado ex presidente Lucio Gutiérrez, en abril de 2005. Los resultados evidencian algunas verdades que yacían latentes y que algunos neciamente se han negado a aceptar.

La primera es que una vez más se constata que es imposible construir consensos en el Ecuador. Los resultados claramente indican una polarización entre derecha e izquierda casi extremista, con visiones muy distintas de país. Pero no solo es polarización entre dos tendencias, sino que va acompañada de una fragmentación regional muy marcada. Cuatro provincias de la zona noreste, caracterizadas por ser pro-mercado y liberales, lo confirman al darle el primer puesto a Álvaro Noboa. Por el contrario, provincias con marcada tendencia estatista, como Pichincha (cuya capital es Quito) y Azuay, votaron por Correa. Pero once provincias, del centro y oriente, con grandes poblaciones rurales, poca densidad demográfica y oscura tendencia ideológica votaron por Gutiérrez.

Rafael Correa, que no niega su afinidad por la ideología de Hugo Chávez, tuvo un triunfo y una derrota. Triunfó con su discurso contrario a la partitocracia. Los dos partidos tradicionales más fuertes, el Partido Social Cristiano (derecha) y la Izquierda Democrática (ID), fueron ampliamente derrotados no solo en los comicios para presidente sino también para los escaños en el congreso. Hoy son funerales en busca de una sepultura.

Perdió su discurso de paleo-izquierda aquel que ataca el "imperialismo" yanqui, se opone al Tratado de Libre Comercio o a la inversión extranjera. Los resultados demuestran que son mucho más numerosos los no-alineados en estos puntos y los que desean un país más encajado en las tendencias modernas de mercados más libres que los izquierdistas dinosaurios.

La "sorpresa" merece un análisis aparte. Gutiérrez entra en tercer lugar, adelante de León Roldós, el candidato de centro-izquierda y de Cynthia Viteri, la candidata de centro-derecha, porque Rafael Correa anunció que las encuestas le daban la posibilidad de ganar en la primera vuelta. Los de centro-derecha vieron en esto un peligro y se volcaron a votar por Álvaro Noboa. Por otro lado, los de izquierda radical vieron la posibilidad de tener un triunfo sonado y abandonaron a Roldós. Eso permitió que Gutiérrez alcanzara el tercer puesto.

Pero hay más. El "triunfo" de Gutiérrez deslegitima el movimiento "forajido", como se ha llamado a la movilización que dio lugar al derrocamiento de Lucio. Hoy está claro que el pueblo no se involucró en las marchas del 20 de abril de 2005, sino que fue más bien testigo silencioso. Es que los "forajidos" fueron de la clase quiteña media y alta, movilizados por ciertos autodenominados "intelectuales" y líderes de movimientos sociales que son izquierdistas, fidelistas y chavistas, quienes normalmente tienen empleos públicos, no sufren grandes penurias, pero creen tener "conciencia social". Por consiguiente, el derrocamiento de Lucio Gutiérrez, autoproclamado el "mejor amigo de los Estados Unidos", no tuvo apoyo popular. Lástima que esa mayoría silenciosa haya tenido que esperar los comicios del domingo para hacer conocer su opinión y demostrar su repudio a los que utilizan la calle –y no las urnas electorales– para imponer sus valores.

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