En la crónica de guerra entre pablistas y errejonistas, es necesario hoy dedicar un soneto a la carta abierta de Iglesias a su "amigo, hermano y compañero" Errejón.
‒Al mundo entero pongo por testigo,
Íñigo, de verdad, al mundo entero.
Tú sabes que yo siempre soy sincero.
y si he de decir algo, te lo digo.
¡Todo lo que he pasado yo contigo
no se puede borrar, porque te quiero!
¡Porque eres mi entrañable compañero!
¡Porque eres un hermano y un amigo!
‒Me alegro de que no haya suspicacias.
Gracias, querido Pablo, muchas gracias
por dar a tus afectos rienda suelta.
‒No, déjate de gracias. No seas tonto.
En vez de agradecerme, por lo pronto,
ven para acá, Iñiguín, date la vuelta.