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Fundación Heritage

Realidades en Oriente Medio

Si fuera posible convencer a los patrocinadores de Hamas y Hezbolá de que seguir atacando a Israel es el peor camino posible para los terroristas y para ellos mismos, entonces podría lograrse una paz duradera en la región.

Helle Dale

La secretaria de Estado Condoleezza Rice habló de crear un "nuevo Oriente Medio" en su cortísima incursión de diplomacia itinerante por la zona. Es un noble objetivo y, viendo la tragedia de la población libanesa atrapada en el fuego cruzado entre Israel y Hezbolá, un objetivo enormemente deseable con toda certeza. También es un objetivo que se ha convertido en fundamental para la agenda de democracia de la Administración Bush. Pero hay veces en que la retórica simplemente parece estar demasiado alejada de la realidad como para tener sentido y quizá éste es uno de esos momentos.

Lo que se necesita en Oriente Medio no es algo nuevo sino algo que no se ha logrado desde la fundación del Estado de Israel: el reconocimiento de los vecinos de Israel de que el estado judío tiene derecho a existir y que su gente tiene el derecho de vivir en paz y con seguridad. El problema aquí no es una cuestión de déficit democrático o falta de desarrollo económico –que sin duda son también hechos de la vida real en muchos países de Oriente Medio– sino el persistente esfuerzo de eliminar a Israel de la región. Para Israel, es una lucha fundamentalmente existencial y Hezbolá es sólo un aspecto de ella.

La actual ronda de violencia en Oriente Medio, no lo olvidemos, no empezó con una provocación de Israel. Empezó con una provocación de los dos principales enemigos de Israel entre organizaciones terroristas, Hamas y Hezbolá. Hamas, ubicada en la franja de Gaza, provocó a Israel a finales de junio y Hezbolá atacó a Israel al otro lado de la frontera libanesa el 12 de julio. Tanto Gaza como el sur del Líbano son territorios de los que Israel se ha retirado voluntariamente sin pedir nada a cambio.

La comunidad internacional, o sea nuestros amigos árabes y europeos, han pedido que Estados Unidos se implique en la pacificación entre Israel y Hezbolá y/o el Líbano. Hay que reconocerle a la Administración Bush que se haya resistido a presionar a Israel en la busca de un alto el fuego, reconociendo quién provocó el conflicto en primer lugar. En este caso, Hamas y Hezbolá actúan como sustitutos de países como Siria e Irán, pilares de estas organizaciones terroristas a las que dotan de fondos y apoyos. Los gobiernos árabes han estado mayormente mirando desde la barrera y demostrando así un considerable respeto por las bien pertrechadas fuerzas militares de Israel.

Rice hizo bien prometiendo 30 millones de dólares en ayuda para la afligida población civil del Líbano y aliviar así la creciente tragedia humana. Pero también llevaba una propuesta, la de una fuerza internacional, probablemente bajo auspicio de la OTAN, para forzar a retroceder a Hezbolá unos 29 kilómetros de la frontera israelí, mantener la paz en el sur del Líbano y desarmar a los terroristas. Es una idea que aprueba el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, pero que disgusta a los líderes libaneses.

El primer ministro libanés Fuad Siniora se quejó ante Rice el lunes porque el bombardeo de Israel había hecho "retroceder 50 años" a su país. Nabih Berri, un veterano político, presidente del parlamento libanés y muy cercano a Hezbolá, rechazó de plano las propuestas que había traído la secretaria de Estado.

Hay que decir que una fuerza pacificadora, en ausencia de un alto el fuego real y aplicable, es una idea sin futuro, una vía poco prometedora en este momento. Ni las tropas de la OTAN ni otra fuerza ineficaz de la ONU puede hacer el trabajo sin tomar partido. Incluir tropas americanas en esa combinación sería algo explosivo dados los antiguos vínculos americanos en pro de la seguridad de Israel así como el compromiso de Estados Unidos en Irak.

La imagen que con más fuerza viene a la mente es la intervención en los Balcanes en los años 90 cuando los cascos azules de la ONU a veces se convertían en rehenes, a veces permitían que se cometiesen atrocidades en nombre de la imparcialidad y por lo general retrasaban cualquier solución que sólo podía alcanzarse con una victoria militar. En casos en los que un alto el fuego paraliza la situación en el terreno –en Bosnia y Kosovo– la fuerza internacional se queda atascada allí una eternidad.

Sin embargo, si fuera posible convencer a los patrocinadores de Hamas y Hezbolá de que seguir atacando a Israel es el peor camino posible para los terroristas y para ellos mismos, entonces podría lograrse una paz duradera en la región. En realidad, la ofensiva militar de Israel probablemente tiene las mejores posibilidades de causar esa impresión por encima de cualquier acción que la comunidad internacional pueda emprender.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que el "Nuevo Oriente Medio" reemplace al viejo? Como ha dicho el Presidente Bush acerca de la expansión de la democracia, es tarea de generaciones. Nos estamos enfrentando a un paradigma muy antiguo y bien establecido. No es algo que vaya a tener una pronta solución.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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